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Plásticos: vivimos en un mundo envuelto en papel film

De acuerdo a una revisión bibliográfica actual sólo el 10% de la producción de plástico ha sido reciclada, todo lo demás va a los océanos. Pero, ¿cuánto es eso? Según Greenpeace, al año se descargan en el mar el equivalente a 800 Torre Eiffel, lo necesario para cubrir la isla de Manhattan 34 veces.

De acuerdo a un estudio reciente se estima que “anualmente entran al mar 6,4 millones de toneladas de basura, unos 200 kilos cada segundo, donde el plástico es el principal componente y su procedencia deriva, en un 80% de actividades terrestres”. Pero, si hay tanto plástico en el mar ¿cómo es que los barcos aún navegan?

Pero, todo el plástico no es del mismo tamaño. Una revisión sobre basuras marinas menciona que en los años 70 se creía que los plásticos se degradaban naturalmente hasta llegar a ser polvo inofensivo, pero poco después se demostró que lo que ocurría era una degradación a partículas más pequeñas que no dejaban de ser contaminantes.

De esta manera, tenemos: los macroplásticos -partículas mayores a 250mm-, los mesoplásticos -con un tamaño intermedio que va desde los 5 hasta los 25mm- y los microplásticos -los que son menores a los 5 mm-, siendo estos últimos los más peligrosos para la salud ambiental y humana.

Como es de esperarse, la densidad de estas partículas no es la misma y aquí es cuando la flotabilidad puede variar. Esta es la razón por la cual hay plásticos que flotan o se quedan en la superficie del agua -muchas veces llegando a las costas-, otros que “navegan” en la columna de agua y otros que van al fondo marino. Cada categoría de plástico tiene su impacto negativo sobre la calidad del agua y organismos vivos.

Microplásticos en el océano

En el caso de los microplásticos su tamaño diminuto hace posible que se filtren en los tejidos de los animales, afectando la fisiología y función de sus órganos. El pequeño tamaño de estas partículas las hace potencialmente mortales. Esto es posible ya que al ser tan diminutas los animales pequeños las consumen, y estas, cargadas de contaminantes y toxinas contaminan a los organismos que la consumen.

Esta contaminación se va acumulando y magnificándose a medida que estos animales son consumidos por otros más grandes, a lo largo de la cadena alimentaria. De esta manera, cuando consumimos productos del mar, es muy posible que estos estén cargados de contaminantes. Todo este proceso es llamado bioacumulación, y aquí radica la amenaza de estas partículas.

Actualmente ya se ha encontrado microplásticos en células sanguíneas, lo que ha hecho que crezcan las preocupaciones en torno a la salud pública. Muchos de los productos que usamos cotidianamente, tienen microplásticos, es decir, no necesariamente tenemos que comer pescado para estar expuestos. Productos de higiene personal y cosméticos, incluso el agua potable, contienen microplásticos, y esa también es otra fuente de exposición.

Y es que el tiempo que se requiere para que el plástico se degrade naturalmente es mucho. Tan solo pensemos que un simple globo de cumpleaños puede tardar 6 meses en degradarse, a diferencia de un hilo de pesca que puede demorar aproximadamente 600 años en descomponerse. Así de amplia es la diferencia en la tasa de degradación del plástico. Con todo esto podemos ver que llevamos años intoxicandonos, pero muy poco tiempo sabiéndolo.

FUENTE: BIOGUIA