BAYER: la agricultura regenerativa, clave en la solución ante el cambio climático
La agricultura ocupa un lugar central en las
conversaciones actuales sobre el cambio climático. En un sentido, representa alrededor del
25% de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero. En el otro extremo, los
agricultores se ven afectados por condiciones meteorológicas extremas, como sequías, altas
temperaturas, inundaciones y otros patrones climáticos en constante evolución.
No obstante, la agricultura no se limita a ser solo una fuente de emisiones y una víctima del
cambio climático; también tiene el potencial de contribuir en la resolución de esta crisis
medioambiental mediante la implementación de prácticas climáticamente inteligentes. Estas
prácticas no solo tienen el impacto positivo de reducir las emisiones, sino que también
contribuyen a la captura de carbono atmosférico.
La adopción generalizada de estas prácticas sustentables, basadas en la optimización de
recursos, la eficiencia de las nuevas tecnologías y la digitalización podría orientarnos hacia un
futuro agrícola neutral en carbono. Sin embargo, alcanzar este objetivo implica una
transformación significativa en nuestra industria, que debe promover estas prácticas
innovadoras que garantizan la sustentabilidad a largo plazo.
Hay numerosas iniciativas tendientes a este fin, una de ellas es el programa PRO Carbono de
Bayer, lanzado por la empresa en Argentina en el 2021, cuyo objetivo central es lograr una
agricultura carbono neutral.
PRO Carbono se dedica a evaluar las herramientas más efectivas para mejorar el equilibrio
ambiental de cada lote sin comprometer su productividad. Trabaja con prácticas concretas de
manejo sustentable que se efectúan directamente en el campo.
La iniciativa se enfoca en la implementación de prácticas regenerativas, como la siembra
directa, la rotación de cultivos y la incorporación de cultivos de servicio. Busca aumentar la
productividad de los cultivos, capturando más carbono y aportando biomasa al suelo. Cuatro
impulsores específicos guían este enfoque: genética y biotecnología avanzada, agricultura
digital para la precisión, la optimización de la fertilización y la protección de cultivos en base al
monitoreo.
“La pregunta es cómo somos más eficientes, cómo con menos hacemos más, a través de
prescripciones de siembra, de fertilización, entendiendo cada uno de los ambientes que
tenemos en nuestros campos”, afirma Pablo Leguizamón, Líder de Operaciones PRO Carbono
de Bayer, y pone el ejemplo de los fertilizantes, que en algunos casos llegan a representar
hasta el 60 por ciento de las emisiones. “Es muy importante entender cuáles estamos usando,
qué producto, y
hacerlo de la manera lo más racional posible, tratando de devolverle al suelo todo lo que le
quitamos con cada uno de los cultivos y en cada una de las cosechas”, remarca.
Luego de su primera fase y con resultados positivos en rentabilidad y captura de carbono,
enfrenta el desafío de acelerar el mercado de carbono mediante tres ejes principales:
Promoción entre los productores de una agricultura baja en carbono mediante
prácticas sustentables que aumenten la captura de carbono.
Metodologías de medición, reporte y verificación avaladas por organismos científicos
que sean eficientes y aceptadas a nivel internacional.
Adopción del mercado voluntario de carbono y apoyo a la regulación a nivel nacional
e internacional (COP26).
“Por un lado, tenemos que empezar a trabajar en cómo medimos y cómo reducimos esas
emisiones en la agricultura, y por otro lado tenemos algo que es casi único: es la posibilidad de
capturar carbono en los suelos”, explica Leguizamón.
El programa PRO Carbono ha estado analizando variables en un campo experimental durante
diez años, utilizando datos observados en 50 puntos en todo el país. A través de asesores y
consultores, se evalúa la adaptación de las recomendaciones de manejo a las situaciones
específicas de los productores y sus áreas productivas.
La digitalización desempeña un papel crucial en este proceso, permitiendo la recolección y
análisis de datos para calcular y verificar la huella de carbono de manera más eficiente.
Aunque la agricultura actualmente representa solo el 0,4% de los mercados de bonos de
carbono, la oportunidad de expandir estas prácticas sustentables es enorme, según
Leguizamón: “La conexión de toda la cadena, desde el productor hasta la demanda del
consumidor, es un desafío crucial en este camino hacia la sostenibilidad agrícola”.
“Como sector, desempeñamos un papel clave al ofrecer soluciones y contribuir a la
sostenibilidad. Nuestro objetivo es forjar un futuro más sostenible al reducir la huella de
carbono en la agricultura, beneficiando a productores, consumidores y al planeta”, cierra
Leguizamón.