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Contaminación: ¿qué actividad diaria rivaliza con los coches?

La contaminación del aire es un problema crítico para las grandes ciudades, a menudo atribuido al transporte, la industria y otras fuentes importantes. Sin embargo, un nuevo estudio revierte esta percepción al identificar una fuente de contaminación diaria e insospechada.

Cocinar: una fuente importante de COV

Según una investigación publicada en Atmospheric Chemistry and Physics, las emisiones de compuestos orgánicos volátiles (COV, por sus siglas en ingles), de las actividades culinarias rivalizan con las de los vehículos propulsados por gasolina, particularmente en ciudades estadounidenses como Las Vegas.

Históricamente, la contaminación causada por la cocina se ha subestimado en gran medida. Los modelos informáticos utilizados para analizar y predecir los picos de contaminación apenas tuvieron en cuenta esta fuente. Pero ¿Cuál es la razón? Falta de comprensión de las tasas reales de emisiones de las cocinas y subestimación de su impacto en comparación con otras fuentes urbanas, como los productos químicos volátiles y los combustibles fósiles.

El estudio en cuestión, dirigido por Matthew M. Coggon y su equipo, utilizó espectrómetros de masas de alta precisión para analizar el aire en Las Vegas. Los resultados muestran que el 21% de la contaminación total de COV de la ciudad proviene de cocinas y restaurantes domésticos. Se trata de un porcentaje sorprendentemente alto, equivalente a las emisiones del tubo de escape de los automóviles que funcionan con gasolina.

COV: sus características y efectos

Los COV son sustancias químicas que se evaporan fácilmente en el aire a temperatura ambiente. Están presentes en muchos productos cotidianos como pinturas, productos de limpieza, y ahora está claro que también provienen en grandes cantidades de la cocina.

La contaminación del aire interior por cocinar con gas está bien documentada. Los COV incluyen sustancias como aldehídos y ácidos grasos que se liberan al cocinar los alimentos.

Los COV tienen efectos variados sobre la salud humana, pudiendo provocar dolores de cabeza, irritación ocular y respiratoria, así como trastornos del sistema nervioso, cardíacos y digestivos, especialmente en el caso de los hidrocarburos aromáticos como el benceno, el tolueno y los xilenos. Algunos COV, como el benzo(a)pireno y el bencenoson cancerígenos y pueden aumentar el riesgo de leucemia con una exposición prolongada.

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En el medio ambiente, los COV contribuyen a la formación de ozono troposférico, lo que exacerba el smog, un tipo de contaminación del aire en el que el humo y los gases de escape se mezclan con la niebla, creando un aire espeso y nocivo para respirar.

También contribuyen a la lluvia ácida, dañando edificios y ecosistemas. El metano, un importante COV, es un poderoso gas de efecto invernadero que empeora el calentamiento global y sus consecuencias. Los impactos sobre la biodiversidad también son notables, alterando los hábitats y los ecosistemas de las especies.

¿Qué implica este estudio?

Las implicaciones de este descubrimiento son enormes. No solo desafía las estrategias actuales de gestión de la calidad del aire, sino que también destaca la importancia de incluir las emisiones de la cocina en los inventarios de contaminación urbana y en los modelos de predicción del clima y la contaminación para evaluar mejor las fuentes de COV y desarrollar estrategias más efectivas para reducir la contaminación urbana.

Los investigadores sugieren que se podrían tomar medidas para reducir estas emisiones, como mejorar la ventilación en las cocinas domésticas y comerciales, adoptando tecnologías de cocción menos contaminantes.

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Es fundamental revisar las políticas de gestión de la calidad del aire. Sensibilizar al público sobre el impacto ambiental de sus hábitos culinarios podría fomentar comportamientos más sostenibles.

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