El viaje circular de la aceituna española
Es el corazón de la dieta mediterránea y un símbolo de identidad para regiones enteras. La aceituna es la reina de los aperitivos y la fuente de uno de los alimentos más valorados del mundo: el aceite de oliva. En España, por lejos el líder mundial en producción olivarera, la actividad olivarera ha evolucionado hacia un modelo que extrae valor de cada gramo del fruto, incluso de lo que tradicionalmente se consideraba residuo.
Lo que queda tras la extracción del aceite de oliva virgen y virgen extra — aproximadamente el 80% del peso original de la aceituna— no es un descarte: es el punto de partida de una industria que factura más de 860 millones de euros al año, genera 18.000 empleos y se posiciona como ejemplo global de innovación sostenible en bioeconomía circular.
El proceso comienza en las almazaras, donde el 20% de la aceituna se utiliza para elaborar los aceites de oliva de alta gama. Lo que resta —80%— es el llamado orujo graso húmedo (OGH) o alpeorujo, una mezcla de agua, piel, hueso, pulpa y pequeños restos de aceite.
Este subproducto, que hasta hace unas décadas no tenía uso comercial, es hoy el eje de un sistema de transformación con múltiples eslabones. El OGH es transportado a plantas extractoras, donde se seca para reducir su humedad del 70% al 10%, y luego se somete a un proceso de extracción con disolventes alimentarios para obtener el aceite de orujo de oliva crudo.
Este aceite crudo representa apenas un 2% del volumen total del OGH, pero abre la puerta a una industria de altísimo valor agregado, ya que requiere un proceso de refinado antes de ser apto para el consumo. El 98% restante también encuentra destino, como veremos a continuación.
Aceite de orujo: un producto de exportación… y mucho más
El proceso de refinado del aceite de orujo crudo es una verdadera alquimia industrial. A través de diversas etapas —neutralización, winterización, decoloración y desodorización— se obtiene un aceite comestible neutro y de calidad estable. Este producto tiene un bajo consumo interno, pero es altamente demandado en el exterior: más del 80% de la producción se exporta a más de 130 países, con Italia, Estados Unidos y México como principales destinos.
Durante la campaña 2023-2024, España exportó más de 104.000 toneladas, por un valor superior a 425 millones de euros, un 32% más que el año anterior. Y, aunque el consumo interno aún es menor, creció un 29,4% durante el mismo período.
Pero el verdadero valor del aceite de orujo no está solo en su destino final como alimento. Su proceso de refinado permite obtener subproductos con aplicaciones en sectores tan diversos como la cosmética, la farmacia, la nutrición y los biocombustibles.
Cosmética, jabones y medicina natural
Del proceso de refinado del aceite de orujo surgen numerosos compuestos bioactivos. Uno de los más valiosos es el hidroxitirosol, un polifenol con propiedades antioxidantes que ha captado el interés de la industria cosmética y farmacéutica. Se ha estudiado su uso en tratamientos contra el cáncer y su incorporación en complementos alimenticios funcionales.
Los residuos grasos y pastas derivadas del proceso de refinado se destinan a la elaboración de jabones y cosméticos de alto valor, cerrando así otro ciclo dentro de esta industria circular. Mientras tanto, otros residuos del proceso, como los ácidos grasos, se emplean como materia prima para biodiesel, reforzando el rol estratégico de esta industria en la economía verde.
Energía renovable a partir del hueso
El secado y tratamiento del OGH genera biomasa en grandes volúmenes. De hecho, alrededor del 38% del orujo seco se convierte en biomasa a partir del hueso de aceituna y el orujillo (residuo fibroso post-extracción). Esta biomasa se utiliza para generar energía térmica y eléctrica, tanto para autoconsumo de las plantas como para inyectarla a la red.
Algunas plantas incluso venden estos compuestos como biocombustible sólido, especialmente en municipios donde son usados para calefaccionar instalaciones deportivas y edificios públicos, reforzando el carácter polifuncional del residuo olivarero.
Así, el orujo pasa de ser un residuo a ser un recurso energético, y contribuye activamente a la transición energética española.
Compost, abonos y usos agrícolas
Otra parte del OGH se mezcla con los sólidos resultantes del tratamiento de aguas industriales y otros residuos orgánicos para producir compost, que es utilizado como fertilizante agrícola. Este producto orgánico regresa a los olivares devolviendo al suelo lo que la aceituna le quitó y así cerrando un ciclo natural y sostenible.
Una lección de circularidad
La industria del aceite de orujo de oliva es un ejemplo extraordinario de cómo aplicar los principios de la bioeconomía circular a gran escala. Desde la aceituna hasta sus últimos residuos, todo se transforma. No hay desperdicio: cada molécula encuentra un uso posible, un destino útil, un nuevo valor.
Es una cadena de producción que combina la tradición agrícola del olivar con la tecnología industrial más avanzada, y que proyecta a España como líder en economía circular aplicada a la agroindustria.
Mientras el mundo busca soluciones para reducir residuos, generar energía limpia y descarbonizar sus economías, el modelo del orujo español nos recuerda que el futuro sustentable puede estar en nuestras raíces, siempre que sepamos transformarlas con inteligencia industrial y compromiso ambiental.
Fuente: BIOECONOMIA.INFO