Día Mundial del Agua 2021: la oportunidad de emprender un mundo mejor
El año recién empieza, pero la intensidad del 2020 aún resuena en la planificación de un calendario que encaramos con incertidumbre, pero también con certezas. La pandemia nos deja aprendizajes de mi primer orden en el cuidado de nuestra salud personal, en el esfuerzo y respeto por la vida en comunidad, en la importancia de la prevención y educación para proteger a los grupos más vulnerables y en la necesidad de pensar algunas respuestas globales para las crisis humanitarias que no reconocen fronteras.
Si bien asistimos hoy a una puja geopolítica por el acceso a las vacunas, el lavado de manos se transformó desde el primer día en una acción preventiva, solidaria y responsable que reactualiza la importancia del acceso al agua en todo el planeta. El escenario global durante la pandemia visibilizó las consecuencias sanitarias que la crisis del agua provoca a diario en infinitos rincones del mundo, pero además puso en agenda la urgencia en la democratización de un recurso que es finito y que debe ser protegido por todos los actores de la sociedad.
En el mundo hay más de 2000 millones de personas sin acceso al agua y en América Latina son 50 millones los que no tienen derecho a este bien público. Los problemas que enfrenta una familia o una comunidad pueden ser tan esenciales como las enfermedades y muertes por el consumo de agua no tratada y la falta de higiene, como la falta de oportunidades para el desarrollo de proyectos colectivos. Son 900 millones de niños y niñas los que asisten a colegios que no tienen acceso a servicios WASH (sigla en Inglés para agua, saneamiento e higiene) y esta realidad se observa tanto en parajes dispersos de cualquier territorio, como en el centro de grandes núcleos urbanos.
Por otro lado es preciso resignificar la importancia que tiene el agua para el devenir productivo de cualquier empresa y comunidad. En este sentido debemos ser conscientes de los efectos que el cambio climático está provocando en el planeta, especialmente en las comunidades más vulnerables que sufren desastres naturales y migraciones en busca de un futuro para sus familias. Es que el agua es multidimensional, porque se vincula con muchos factores de la vida social y protegerla es vital para nuestra generación y las que vienen. Es un recurso limitado que cada día se encuentra menos disponible por el stress hídrico que se incrementa año a año en el mundo.
Mitigar y/o gestionar de manera inteligente y consistente la huella hídrica es una acción fundamental que podemos llevar adelante en nuestra propia casa, pero que además debemos pensar como un cambio de comportamiento en todos los órdenes de nuestra vida en sociedad.
Todos nuestros emprendimientos tienen la oportunidad de generar un impacto social y/o ambiental positivo si partimos de la preocupación por el cuidado de los recursos. Y además es el punto de partida para un cambio sistémico a la hora de construir un mundo social y ambientalmente responsable. Cambio que no solo es necesario por la crisis socioambiental que genera el modelo de desarrollo vigente, sino porque la propia rentabilidad decrece al realizar una gestión ineficiente del recurso.
Diseñar soluciones para la crisis del agua es comprender el rol que tiene la educación en la multiplicación de nuevos hábitos personales y colectivos, es invertir en tecnología e infraestructura que impacte positivamente en el desarrollo productivo de las comunidades, es proteger las fuentes de agua que la naturaleza nos brinda generosamente, es tejer alianzas entre distintos actores para entender que la mirada debe ser integral y colaborativa.
Y es, fundamentalmente, garantizar el derecho humano a su acceso, para que cualquier persona en cualquier rincón del planeta tenga la posibilidad de llevar adelante una vida plena. Es por eso que en un nuevo Día Mundial del Agua, invitamos a reflexionar sobre algo que puede ser tan cotidiano para unos pocos y tan valioso y escaso para muchos otros.
econstruir la naturalidad con la que gestionamos el agua doméstica o el impacto que deja la huella hídrica en nuestras comunidades y empresas es el primer paso para transformar una realidad que provoca grandes desigualdades en el mundo y un profundo daño a nuestro planeta.
Valoremos el agua, cuidémosla y diseñemos un futuro más justo y saludable en el que todos y todas podamos crecer y emprender un mundo mejor.
Fuente: Manuel Saurí- Ambito.com