La Verdad Del Tomate
Por Mariela Pletsch, Coordinadora región NEA en Casafe y Profesora adjunta
Cátedra Horticultura en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE
El tomate es uno de los alimentos más consumidos en nuestro país, por su diversidad
y versatilidad. Hay muchos tipos de tomate y pueden producirse en distintas zonas
climáticas gracias a las tecnologías disponibles. Esto permite que tengamos tomate
durante todo el año. De acuerdo con la zona de producción, varían en tipo, sabor y
hasta colores. Pero la diversidad de características ha generado dudas y
preocupaciones respecto a su calidad. Por eso, quiero contar La Verdad del Tomate.
Escuchamos muchas veces que la aplicación de fitosanitarios modifica el sabor y
consistencia del tomate, pero esto no es cierto. Hace años como Ing. agrónoma
aprendí que el sabor depende de 5 factores: El principal es el tiempo de maduración
en la planta. Es decir, cuanto más madura el tomate en la planta, más azúcares y
sabor concentra. Luego le siguen la variedad o híbrido y la cantidad de exposición al
sol, por ejemplo, un tomate producido en invernadero y uno producido a campo, son
distintos entre sí. Los últimos dos elementos que determinan el sabor son: la fertilidad
del suelo y una buena polinización del cultivo.
En lo que respecta a la consistencia interior, para que el tomate sea carnoso, tiene que
estar bien polinizado. Además, cuanto mejor fertilización y riego, más carnoso será.
Esto también puede cambiar según el tipo tomate.
Hay más de una forma de producir el tomate. Entre ellas se encuentran: la
convencional, la orgánica y la agroecológica. Cada una de ellas tiene
distintas características, pero son todas complementarias. En todas se usan productos
fitosanitarios, que son sustancias que protegen a los tomates de enfermedades y
plagas, permiten producirlos a gran escala. La producción comercial del tomate puede
ser a campo o en invernadero; y es prácticamente inviable sin fitosanitarios ni
fertilizantes. Solo es posible a escala pequeña, a nivel familiar, porque no alcanza los
rendimientos potenciales del cultivo.
La sanidad y seguridad de los alimentos se determina por las prácticas con las que se
trabaja y no por el tipo de producción utilizado.
Esta es la verdad del tomate. La que viví en la huerta de mis padres, la que aprendí
como estudiante e Ingeniera Agrónoma, y la que me apasionó tanto que hoy también
la comparto en mis horas como docente en horticultura en la Universidad Nacional del
Nordeste. Y ahora la transmito a todos ustedes para que comprendamos más sobre
este alimento tan noble y cambiemos mitos por conocimiento.
Elegí el tomate que más te guste, pero que siempre sea con buenas prácticas
agrícolas. Producir responsablemente genera alimentos sanos y ricos.