La tensión nuclear: la energía «limpia» que más divide
El debate sobre la energía nuclear provoca tensiones en la cumbre del clima de la ONU COP26 en Glasgow, entre quienes la ven imprescindible para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 y los que quieren eliminarla por su alto coste y riesgo radiactivo.
El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, dijo este jueves en una entrevista con Efe que «es imposible descarbonizar el sistema energético» para 2040 -necesario para alcanzar las cero emisiones de carbono netas a mediados de siglo- sin contar con la fuente nuclear, que, mantiene, «es prácticamente la más limpia» al no desprender gases de efecto invernadero.
Organizaciones ecologistas como Greenpeace o Friends of the Earth, por su parte, urgen a los gobiernos a olvidarse de esta tecnología del siglo XX originalmente enfocada a la producción de bombas, que ven costosa y peligrosa, para invertir más en renovables.
UNA CUESTIÓN DE «COSTE-BENEFICIO»
Grossi cree que la energía nuclear «es una solución tanto de presente como a largo plazo», aunque reconoce que su adopción es «una decisión política» que cada país debe tomar en base a sus circunstancias y a un «cálculo de coste-beneficio».
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ya ha advertido de que, si los Estados que apoyan la energía atómica no invierten más desde ahora para mantener las centrales existentes y construir nuevas, al final no habrá suficientes para contribuir a la descarbonización.
«Sí, existe la posibilidad de que no sea suficiente, pero eso también podría aplicarse a las renovables», afirma el argentino Grossi.
El diplomático opina que la opción nuclear podría tomar impulso si acaba siendo incluida en la Taxonomía Europea (sistema de clasificación de actividades económicas ambientalmente sostenibles de la Unión Europea) y señala que Estados Unidos, Canadá o Francia «han indicado manifiesta y claramente su voluntad de poner recursos para mantener la aportación nuclear e incluso aumentarla».
El jefe del OIEA subraya que la energía atómica «no está en competencia con las renovables», sino que se trata de que cada país decida lo que es mejor para su «mix energético», por ejemplo dependiendo de si tiene o no acceso a otras energías como la solar o la eólica.
Grossi apunta que la energía nuclear, que proporciona un 10 % de la electricidad mundial, «tiene un índice de seguridad altísimo», pese a accidentes como el de 1986 en Chernóbil, en la antigua Unión Soviética, y el de Fukushima en 2011 en Japón.
Respecto a los residuos que genera, que permanecen radiactivos durante miles de años, «son lógicos los temores», por lo que es necesario abordarlos «de manera transparente».
«Los residuos nucleares de alta actividad nuclear, básicamente los que se utilizan en una planta nuclear, se almacenan en forma absolutamente aislada de la biosfera, del medio ambiente, y están controlados permanentemente», explica.
«Una vez más -agrega- es una cuestión de costo-beneficio: existen estos residuos, están controlados, tienen un volumen pequeñísimo frente a lo que están causando las energías de tipo fósil. Se trata de una elección».
UNA «TETERA GIGANTE»
Según el académico Tom Burke, veterano ambientalista y exdirector de Friends of the Earth, lo que importa de los residuos nucleares «no es el volumen, sino su toxicidad y su longevidad», pues incluso en cantidades diminutas pueden causar «un enorme daño a la salud».
Burke cuestiona que la energía nuclear sea tan limpia como sus defensores plantean, puesto que «hay que tener en cuenta el efecto de extraer y transportar el uranio y disponer de los residuos, entre otras cosas».
«Creo que la energía nuclear tiene un papel muy limitado en la descarbonización» del sistema energético, dice a Efe el experto, quien aboga sin embargo por que las centrales ya existentes continúen operando hasta que se agote su ciclo de vida (de entre 20 y 40 años).
Burke señala que «la mayoría de las plantas actuales están llegando al final de su vida, y un simple cálculo demuestra que no se pueden construir con la rapidez necesaria suficientes nuevas plantas para sustituirlas, y mucho menos para reemplazar a los hidrocarburos».
De cara al futuro, el ecologista tiene claro que la energía nuclear debe pasar a la historia: «Hay métodos más baratos, rápidos y fiables para satisfacer la creciente necesidad de energía asequible a nivel mundial que hacer hervir una tetera gigante», afirma.
Fuente: El Periódico de la Energía