Buenas prácticas en zonas de amortiguamiento
La aplicación de fitosanitarios se perfecciona día a día en el campo a través de capacitación y nuevas tecnologías que permiten ser cada vez más eficientes a la hora de trabajar en los lotes.
En este contexto, uno de los puntos más sensibles a la hora de hacer las aplicaciones, son las zonas periurbanas. Desde 2013, existe una recomendación por parte del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y un gran número de instituciones públicas y privadas, que promueve el concepto de amortiguamiento por sobre el de exclusión.
La principal diferencia entre ambas es que en la zona de exclusión no se permite la aplicación de ningún producto fitosanitario, lo que genera un espacio para el desarrollo de insectos, malezas y enfermedades que afectan la productividad de las áreas vecinas y puede terminar convirtiendo esa porción de terreno en un área abandonada.
Mientras que, en la zona de amortiguamiento, al momento de aplicar un producto fitosanitario, se requiere de un tratamiento especial para garantizar la conservación del espacio protegido, permitiendo las actividades productivas que allí se desarrollen y simultáneamente minimizando los riesgos para el ambiente y para la salud.
¿Cuáles son los requerimientos o sugerencias para trabajar eficazmente con productos fitosanitarios dentro de la zona de amortiguamiento?
En primer lugar, se debe respetar las normativas vigentes en cada región. También se deben revisar que las condiciones ambientales sean las adecuadas al momento de la aplicación y asegurarse que la dirección del viento sea contraria a la zona sensible.
Además, el productor que quiera aplicar los agroquímicos en el lote, debe tener la receta agronómica elaborada por un profesional agrónomo matriculado, que avale esa aplicación.
Asimismo, tiene que haber fiscalizadores que controlen la aplicación. O sea, un profesional de las ciencias agropecuarias con su matrícula y registro al día. En este sentido, los aplicadores también deben contar con el registro al día, con curso y examen aprobado, mientras que las pulverizadoras deben tener el registro y la matriculación correspondientes y deben estar visibles para constatar que estén en orden.
Además, deben contar con la posibilidad de registrar la aplicación y geoposicionarla (similar a la caja negra de los aviones).
Las empresas de pulverizadoras deben contar con certificaciones como, por ejemplo, la norma IRAM 14.130,cuya finalidad es establecer los requisitos para el cumplimiento de las buenas prácticas para labores agrícolas, en este caso, la aplicación de fitosanitarios.
Por otra parte, el campo donde se va a aplicar el producto tiene que estar señalizado. Se debe contar también con centrales meteorológicas para que el aplicador pueda visualizarlas de forma online a través de una página web creada al efecto en el municipio.
Asumamos el compromiso por una agricultura sostenible que garantice la seguridad de las personas y el ambiente a través de la aplicación de las Buenas Prácticas Agrícolas.
Fuente: CASAFE