El teñido de tejidos: el mayor problema de contaminación de la industria de la moda
Los contrastes, el efecto bicolor, los coordinados, el color block. El uso del color es fundamental para nuestra expresión personal. Pero con las técnicas de teñido, que contribuyen tantísimo a la crisis del clima, nuestro amor por el color hará que el mundo sea un lugar mucho más apagado, a menos que las cosas cambien rápido. “Necesitamos cambiar el panorama completo de la industria”, dice Michael Stanley-Jones, co-secretario de la Alianza para la Moda Sostenible de la ONU. Él es uno de los ocho expertos que comparten su visión con Vogue sobre lo que se está haciendo para abordar el arte del teñido en la moda. Aquí, los cinco problemas clave, además de algunas soluciones potenciales.
1. Problema: El desperdicio de agua
En una escala mundial, la industria textil utiliza de seis a nueve mil billones de litros de agua cada año solo para el teñir tejidos. En un momento en el que todos los continentes se enfrentan a problemas de escasez de agua, sería como llenar más de dos millones de piscinas olímpicas cada año con agua dulce, y luego no permitir que nadie nade en ellas. (Aunque no es que quieras nadar en el agua tóxica de un molino de teñido).
Posible solución: Materiales de inspiración biológica
“Creo que hay una falta de diversidad en torno a cómo dos sistemas de conocimiento pueden crear algo nuevo”, dice Natsai Audrey Chieza, diseñadora y fundadora de la agencia de biodiseño creativo Faber Futures. Chieza es una de las principales voces en el creciente movimiento de biodiseño, que integra seres vivos como bacterias en nuevos materiales, productos e incluso obras de arte. “El trabajo del diseño y la ciencia combinados tiene que ver con unir dos formas diferentes de saber y de hacer, con objeto de abordar un problema”.
Chieza crea oportunidades para la colaboración entre creativos y científicos en productos y sistemas “centrados en el planeta”. Trabajando con Ginkgo Bioworks su equipo descubrió recientemente que un microbio productor de pigmento puede usarse como tinte para ropa. El color oscila entre los rosas y azules, dependiendo del pH del suelo en el que se encuentra, y crea un hermoso efecto de teñido en la tela. También es crucial el hecho de que utiliza 500 veces menos agua que las técnicas estándar de teñido, y elimina por completo los químicos dañinos. “Si eres más creativo con los materiales naturales, o en este caso en el diseño con sistemas vivos, puedes hacer algo muy especial”, dice Chieza, “se puede llegar a conseguir algo totalmente diferente”.
2. Problema: Los productos químicos
Casi tres cuartas partes del agua consumida por los molinos para teñir termina convertida en residuo no potable –una sopa tóxica de colorantes, sales, alcalinos, metales pesados y químicos que son utilizados para fijar el color a nuestra ropa. “Algunos de los productos químicos que se utilizan en los talleres de teñido de la India están, de hecho, prohibidos en Europa. Un dilema para aquellos de nosotros que usamos ropa importada”, dice Virginia Lewis, analista de políticas senior de WaterAid. Filtrar las aguas residuales también es costoso, y en los centros de teñido de Bangladesh, la India y China, a menudo se descarga en los ríos de manera ilegal, lo que se convierte en una descarga ácida de color. (Una vez en Mumbai, el agua quedó tan contaminada que los perros locales se volvieron completamente azules después de nadar). “Estas sustancias químicas de las aguas residuales pueden afectar el ecosistema local, o a la gente que usa el agua para pescar, lavarse o incluso beber”, explica Laila Petrie, líder mundial de textiles y algodón de WWF. “Pueden dañar a las plantas y a los animales, y potencialmente entrar en la cadena alimenticia”.
Posible solución: Tintes hechos a base de subproductos
La empresa de biotecnología Colorfix busca dar a conocer tintes para telas que sean sostenibles en tres frentes: ambiental, social y económico. Establecida en 2015, la empresa convierte la melaza –el subproducto del azúcar– en colorantes que se pueden utilizar para teñir textiles. El método no exige un uso adicional de la tierra cultivable (a diferencia de algunos tintes naturales), sino que puede aplicarse en áreas donde el azúcar ya se cultiva. Colorfix también reemplaza los productos químicos de fijación –el aspecto más tóxico del proceso de teñido– con los subproductos de los biocombustibles, que el cofundador y director ejecutivo Dr. Orr Yarkoni explica que son un cultivo primario, con una función ambiental positiva. Reutilizar los materiales de desecho “significa que el proceso completo utiliza 10 veces menos agua, y un 20% menos energía”.
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3. Problema: El riesgo de desempleo
Los talleres de teñido ofrecen una fuente vital de empleo y de ingresos en las economías emergentes – el 81 por ciento de la economía de exportación de Bangladesh, por ejemplo, son exclusivamente prendas confeccionadas –. Las mujeres, que representan alrededor del 80 por ciento de la fuerza laboral mundial de la confección, corren un mayor riesgo de verse afectadas por cualquier cambio sistemático o por productos que no se analizan cuidadosamente. Por lo tanto, es crucial que el biodiseño contemple materiales que no causen un desempleo masivo.
Posible solución: Intervención del estado
“Cualquier cambio radical puede tener un impacto enormemente negativo si no se planea correctamente”, dice Yarkoni, señalando que Colorfix solo ha reemplazado el propio tinte, y ningún trabajo o máquinas. En la opinión de Jones, se está confiando demasiado en los técnicos, como Yarkoni, para resolver la crisis climática. “La única opción de un cambio real depende de si compartimos rápidamente las innovaciones que funcionan y las implementamos con mayor celeridad. Todos deben tener acceso a la misma información, y a las tecnologías”, dice Jones. En su papel para la ONU, Jones ayuda a coordinar diferentes proyectos y acciones climáticas por parte de los gobiernos de los países miembros, agencias y aliados. Es solo a través de este enfoque integrado, dice, que el tipo correcto de incentivos, inversiones y legislaciones pueden ser atendidos a nivel mundial; creando un cambio sistemático. “No es solo ciencia y tecnología lo que necesitamos para salvarnos”, explica Jones, “también necesitamos la acción unificada de las sociedades y gobiernos del mundo”.
4. Problema: El consumismo programado
La dificultad de la sostenibilidad reside en que es un término que abarca muchos temas diferentes. Por lo tanto, si bien es genial escuchar que una marca de moda defiende el teñido de bajo impacto, es inútil si luego el producto se desecha, o si la cadena de suministro resulta ser explotadora. El enfoque lineal de ‘tomar, consumir, destruir’ ha existido durante siglos y para las empresas parece ser un reto romper con esta tradición para influir en el cambio.
Posible solución: Una economía circular
Apoyada por la Fundación Ellen MacArthur, la idea de una economía circular contempla productos que están diseñados y optimizados para un círculo continuo de reciclaje. Si se recoge a nivel mundial, sería el mayor cambio en el consumo humano desde la revolución industrial. BITE es un ejemplo –una marca de lujo de ropa de mujer con una estética basada completamente en una gama de tintes naturales. “El uso de tintes naturales es una forma de comunicar un sentido más profundo de conciencia sobre los productos y el consumismo”, explica el director creativo Elliot Atkinson. Los tintes sólo son un aspecto crucial del objetivo sostenible de BITE. “Planeamos volver a comprar las prendas de colección de los clientes, darles el 20 por ciento de descuento en su próxima compra, y luego crear nuevas prendas a partir de las existencias anteriores”, explica la Directora de Operaciones de BITE, Veronika Kant. La idea es crear un sistema circular, rediseñando, reutilizando y revendiendo la ropa. “Queremos crear una conexión real entre el cliente y la prenda”, explica Kant.
5. Problema: Producir tintes naturales en mayor escala
Los tintes naturales son más respetuosos con el medio ambiente que los sintéticos, pero no son una solución infalible para la producción en masa. Al ser difíciles de obtener, pueden requerir metales pesados para fijar el color, y con frecuencia necesitan tierras cultivables para la siembra.
Posible solución: Revivir técnicas artesanales
Desde que se introdujeron los procesos sintéticos durante la década de los sesenta, el conocimiento sobre el teñido natural se ha reducido hasta el punto de la extinción – pero la crisis climática ha impulsado a muchos artesanos a rescatar técnicas antiguas –. “Los colores que provienen de las plantas van más allá de la belleza, los tintes están conectados a un ser vivo, a un conocimiento y una sabiduría superiores”, dice el artista textil mexicano Porfirio Gutiérrez. Establecido en Oaxaca, su familia está trabajando en un libro que reúne técnicas “de boca en boca” de miles de años de antigüedad, (las cochinillas para los rojos, el musgo de los árboles para los dorados, la granada para los negros), para un público más amplio. Pero, aunque es un educador apasionado, Gutiérrez no cree que los tintes naturales sean escalables de manera sostenible. “No creo que las multinacionales deban cambiar a los tintes naturales”, dice. “Los tintes naturales nunca fueron pensados para el mercado masivo, son para la vestimenta y la expresión personal”. Y aunque la forma más sostenible de autoexpresión sería teñir y elaborar nuestra propia ropa, es bueno saber que el biodiseño también podría cubrirnos las espaldas. “En este momento, nos vemos obligados a elegir entre estilo y sostenibilidad, lo cual ha debilitado lo que la naturaleza tenía para ofrecernos”, agrega Chieza. “Trabajar con la naturaleza, en lugar de arrebatándole algo, es como realmente podemos innovar”.
Por : Jess Cole- revista Vogue- España