El mayor consumo de superalimentos tiene un superimpacto sobre el medio ambiente
El aguacate, la quinoa, el açaí, el coco, el cacao o la almendra son algunos de los superalimentos que han ganado peso en la cesta de la compra. Son apreciados por sus propiedades nutricionales y algunos de ellos se utilizan como alternativas a productos de origen animal como la leche.
Su consumo se asocia a dietas saludables y ecológicas. Sin embargo, un estudio publicado en la revista People and Nature, alerta de que la creciente demanda de estos alimentos está suponiendo un aumento de su impacto ambiental y social a nivel mundial que no se está teniendo en cuenta. También advierte que la gestión insostenible podría provocar que perdieran sus propiedades nutricionales y naturales.
“Se ha escrito mucho sobre el impacto de cultivos como el aceite de palma y sus efectos obvios sobre los ecosistemas. Sin embargo, los superalimentos, que relacionamos con una producción sostenible y un uso tradiciona l, están empezando a seguir el mismo camino debido al aumento de la demanda”, denuncia Ainhoa Magrach, investigadora del Basque Center for Climate Change (BC3) y coautora del estudio junto a María José Sanz.
Destrucción del ecosistema
Uno de los impactos más devastadores es la destrucción de hábitats para ganar superficie de cultivo. La expansión del cultivo de aguacate, un alimento que es a la vez una fruta y una verdura, ha supuesto la pérdida de 690 hectáreas de bosque al año en México durante las tres últimas décadas. Lo llaman el oro verde.
El incremento de consumo de coco –en sus múltiples formas: agua, leche, aceite, azúcar o harina– ha llevado a Filipinas a triplicar la superficie de cultivo destinada a esta fruta desde la década de 1960. Tal es la fiebre por el coco que representa ya el 25% de la tierra cultivada del país, que es el principal productor mundial.
Para aumentar la producción de açaí, apreciado por ser un gran antioxidante, el estado de Pará (Brasil) ha iniciado un plan que supondrá una reducción del 50% en la diversidad de especies nativas de árboles y del 63% de las especies colonizadoras. Esta superfruta causa furor entre los deportistas de élite.
El monocultivo de coco o aguacate supone “una pérdida de biodiversidad y degrada la calidad del suelo, lo que lleva a un aumento del uso de productos agroquímicos como pesticidas y fertilizantes”, explica Magrach. Lo mismo sucede con la quinoa, apreciada por ser la única planta que contiene todos los aminoácidos esenciales, además de ser rica en fibra y vitaminas y libre de gluten. Su producción ha aumentado entre un 252% y un 612% en las cuatro últimas décadas.
¿A quién beneficia?
La mayor parte de productores de cacao viven en situación de pobreza mientras el mercado global aumenta su facturación
Para aumentar la productividad del cacao, un gran antioxidante, el gobierno de Ghana ha iniciado un programa para abastecer a los agricultores de pesticidas y fertilizantes de forma gratuita. La producción se ha más que duplicado en dos años, pero este incremento ha ido acompañado de importantes consecuencias negativas para el entorno, denuncia el informe.
Todos estos impactos medioambientales no suponen una mayor riqueza para la población local, tampoco para los propios productores muchas veces. Hace unos meses, la Coordinadora Estatal de Comercio Justo advertía de que “la mayor parte” de productores de cacao viven en situación de pobreza mientras el mercado global aumenta su facturación’.
Conflictos por el agua
La producción de aguacate en Chile, uno de los 33 países del mundo con mayor estrés hídrico, está poniendo el país en aprietos por los altos requerimientos hídricos del cultivo. Uno solo árbol precisa de 187 litros de agua al día en época de riego, más que un ciudadano chileno promedio, que consume unos 172 litros. Desde 1961, el área destinada al cultivo de aguacate se ha multiplicado por diez en el país. Los habitantes de la provincia de Petorca acusan a los productores de la zona de acaparar los escasos recursos hídricos de la región.
También California, que aglutina el 80% de la producción de almendras del mundo, tiene problemas con el agua al tratarse de una región árida. Algunos informes señalan que por cada kilo de almendras hacen falta 4 litros de agua. Es un fruto seco lleno de propiedades y beneficios y las bebidas de almendra son usadas para substituir el consumo de leche de origen animal.
La investigadora del BC3 apunta a otro impacto de las almendras. “Cada año, 1,7 millones de colmenas de abejas, el 85% de las abejas de miel comerciales de EE.UU., son transportadas a las plantaciones de California para la polinización de los almendros en flor”, explica la investigadora.
El poder del consumidor
El estudio del BC3 analiza estos seis cultivos (aguacate, coco, açaí, cacao, almendras y quinoa) por ser “algunos de los más populares y de los que mayor información se dispone, pero hay muchos más ejemplos de superalimentos con un superimpacto”, asegura Magrach.
Cuestión de prioridades
La producción de muchos de estos cultivos está dominada por grandes corporaciones que favorecen las ganancias a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo
Tradicionalmente, las comunidades locales han explotado de manera sostenible estos cultivos durante milenios. Sin embargo, al considerarse ahora superalimentos se han convertido en productos globales de gran demanda. La producción de muchos de estos cultivos está dominada por grandes corporaciones que favorecen las ganancias a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo. El dominio de estas corporaciones podría continuar erosionando los sistemas alimentarios locales que, en muchos casos, eran saludables, sostenibles y socialmente justos para millones de comunidades locales y agricultores.
La investigadora del BC3 asegura que “aún estamos a tiempo de intentar que esta demanda no tenga consecuencias catastróficas para el medio ambiente”. El poder recae en manos del consumidor, pero es necesario “hacerle llegar esta información para que sea consciente del impacto que tienen sus decisiones de compra”, señala Magrach.
Fuente: La Vanguardia