¿Qué es la sostenibilidad? Un camino urgente y sin marcha atrás
l planeta no le salen las cuentas si cada año agotamos los recursos. Ese desequilibrio denunciado por la ciencia es una preocupación compartida. Estamos llamados a adoptar la sostenibilidad como guía y a cambiar la forma de gestionar lo social, lo económico y lo ambiental, a vivir según los ritmos y límites del planeta. La sostenibilidad no puede ser un término de moda. Toca repensar la forma en que vivimos, nos movemos y vestimos, pero sobre todo nuestra forma de producir y consumir, basada en una economía lineal, de adquirir, usar y tirar. Por último, es clave que el proceso se mida sobre criterios de transparencia, de forma que no sea utilizado para hacer ‘greenwashing’ (lavado de imagen verde).
La sostenibilidad no puede ser un término de moda.
Una de las palancas para aupar la sostenibilidad y ubicarla definitivamente en la agenda pública ha sido la pasada Cumbre del Clima (COP25), celebrada en Madrid. La cita extendió la invitación a instituciones, gobiernos y empresas, que, coincidiendo con la cumbre, aprovecharon para acercar posturas o hacer públicos sus avances; desde aerolíneas a generadoras de energía; grandes, medianas y pequeñas empresas. Precisamente son estas últimas las que han movilizado gran parte de la innovación, más aún con la pandemia. Es notable en el ámbito de la movilidad, por ejemplo, o del autoconsumo de energía solar o de geotermia. El diseño sostenible o ecodiseño, según criterios de economía circular, es una de las grandes oportunidades de la nueva economía verde.
Otro de los grandes revulsivos hacia la sostenibilidad ha sido el descontento contra el sistema lineal de utilizar y desechar, capitalizado por el movimiento social de jóvenes que llamaban al cambio. El icono de esta revolución es Greta Thunberg. “Seremos recordados como la generación que no hizo nada mientras la tierra ardía. Hay que llegar a 2025 con el objetivo de carbono neutral”, aseguró António Guterres, secretario general de la ONU. Y aunque ahora la ciencia lo hace inminente, el cambio hace tiempo que es urgente.
Nicola Cerantola, experto en economía circular y fundador de Ecologing, explica que “necesitamos alfabetizar a empresas, instituciones y ciudadanos en sostenibilidad; recapitalizar la industria europea hacia un tejido diversificado y resiliente, un término que debe estar embebido en nuestra forma de vivir, desde la producción, al consumo y diseño de las ciudades”.
BBVA, que estableció entre sus prioridades estratégicas la sostenibilidad, presentó en 2018 el ‘Compromiso 2025’ con el objetivo de movilizar 100.000 millones de euros en financiación sostenible hasta 2025. A cierre de diciembre de 2020, la entidad financiera ya había logrado alcanzar la mitad de su objetivo, habiendo destinado a financiación verde un total de 50.154 millones de euros.https://www.youtube.com/embed/CnxV8-AhS_Y?rel=0&controls=1&showinfo=0&autoplay=1
Una debilidad que ha sacado a la luz la pandemia que aún enfrentamos: “Esta crisis ha sido un golpe en la cara para los que no generaban valor de forma adecuada. Es el momento de los acróbatas, de la cultura emprendedora basada en valores, e identificar oportunidades de negocio para la economía verde y saber qué nichos son más importantes”, analiza el experto de Ecologing, que insiste en la “urgencia” y en la “contundencia” de los cambios que deben producirse. “Siento ser tan realista, pero vamos tarde”.
Fin de la economía lineal
En 2015, la Unión Europea (UE) se compromete a abandonar la extracción ilimitada de recursos naturales y concebir que cada nuevo objeto sea respetuoso, duradero, reparable y, en última instancia, reciclable. Cada vez son más los ciudadanos que buscan productos que reduzcan el consumo de recursos en su diseño y fabricación, sean reutilizables y fácilmente reciclables y que usen materias primas cuyos residuos puedan recuperarse. O lo que es lo mismo, las 4Rs que menos impactan negativamente en el medioambiente.
A pesar de la huella de la pandemia del SARS-CoV-2, el faro que guía la actuación de gobiernos y empresas son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas y el Acuerdo de París. En la UE quedan consolidados en el Horizonte 2020 y el Pacto Verde Europeo. Y aquí, es la España Circular 2030-EEEC, que se revisará cada tres años, la que ha puesto en marcha la transición a fin de reducir la contaminación y el daño a la diversidad. Sus ejes de actuación contemplan las materias primas secundarias, cambiar el consumo, la producción, la gestión de residuos y la reutilización del agua, clave para el país.
Un horizonte de oportunidades
En 2019 la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound) aseguraba que la aplicación del Acuerdo de París (limitar el aumento de temperaturas a 1,5oC) y de un modelo más sostenible, huyendo de la linealidad, traería a España 200.000 empleos más al año. Sin embargo, no sin resistencias, según el informe de la Fundación Biodiversidad y el Observatorio de la Sostenibilidad sobre Empleos Verdes. Casi un 90 % del tejido empresarial consultado consideraba que la crisis económica es un obstáculo para que inviertan en sostenibilidad; un 32 % piensa que sale caro; otro 31 % culpa a la poca conciencia de los ciudadanos y un 25 % mantiene que faltan marcos legislativos.
Pero en este punto no hay excusas, al menos desde la aprobación del Pacto Verde Europeo (European Green Deal) y, a su calor, con la batería normativa redactada por el Ministerio para la Transición Ecológica, como los proyectos de ley de economía circular (España Circular 2030) y de cambio climático (PLCCTE). “La regulación es lo más importante, no hay confianza si no la hay. De ahí que se están estableciendo estándares y que se trabaje por sectores, con objetivos para 2050 y revisables anualmente”, apunta Joaquín Garralda, decano de ordenación académica del IE Business School y especialista en Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
“La regulación es lo más importante, no hay confianza si no la hay».
Sectores invitados a la transición
Uno de los objetivos más ambiciosos y complicados es que esta transición ecológica pueda hacerse en todos los sectores, porque no todos encuentran alternativa hoy en día. Por ejemplo, en la construcción, con materiales pesados que no tienen sustituto. “España está cerca de estar madura en construcción sostenible, pero la transición es difícil de gestionar; necesitamos más que voluntad. Si somos hábiles, le podremos sacar mucho partido”, explica Miguel Mitre, arquitecto bioclimático y miembro del Green Building Council España.
Para poder incluir a todos hace falta inversión en innovación y, por suerte, el sector financiero ha mostrado un notable interés en la transición a cero emisiones. Es importante destacar que el emprendimiento en España en los últimos años cuenta con un gran número de proyectos que nacen de la sostenibilidad, sin reciclajes o adaptaciones, de forma orgánica, y las escuelas de negocio ya transitan esta tendencia en todos sus temarios. En este compromiso fue clave la intervención el pasado año del Banco Central Europeo advirtiendo de los riesgos climáticos y llamando a las inversiones verdes.
También pesa el informe del World Economic Forum sobre riesgos fechado en 2020, que situaba por primera vez los riesgos ambientales entre los más graves para la economía mundial. La amenaza más grande es para ellos la «acción climática», seguida por «eventos meteorológicos extremos», «desastres naturales» o «pérdida de biodiversidad», entre otros; todos ellos están considerados en el informe tan graves como las armas de destrucción masiva.
Finanzas para el cambio en España
La inversión responsable, la que deja una huella social y medioambiental, ha vivido el pasado año su repunte, como destaca el Consejo Asesor Nacional para la Inversión de Impacto. Según uno de sus últimos informes, la inversión de impacto social y medioambiental positivo en España superó los 229 millones de euros en 2019, lo que supone un crecimiento del 154 % respecto a los 90 millones de euros del año anterior. La inversión de impacto parece fundamental para movilizar capital privado y dar respuesta a la Agenda 2030. Víctor Viñuales, director ejecutivo de Ecodes –fundación que promueve proyectos de bienestar común– matiza que las inversiones sostenibles, las que “además de pensar en interés, seguridad y disponibilidad, piensan a dónde va esto y qué apoyo con mi dinero”, deben “ser transparentes y confiables”.
Entre los sectores más preparados para esta transición están el sector eléctrico y el de la movilidad, y son estos los que pueden y deben ser más ambiciosos, pero todos los ámbitos deben repensarse. “Toca hacer cambios de hábitos creíbles. Hablamos de iluminación, materiales, alimentación, electrificación, hidrógeno, diseño de ciudades…”, expone María Mendiluce, directora de economía circular, ciudades y movilidad del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD). En Europa, los cambios deben venir apoyados por la innovación y la digitalización.
En el mismo PNACC (Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030) se insiste en activar la compra pública de innovación para no dejar a nadie atrás. Y las ayudas de la Comisión Europea a los países miembros para paliar la COVID-19 condiciona los fondos a que se combine la sostenibilidad con la digitalización. “La UE quiere que las empresas, administraciones, organizaciones, sean líderes digitales y sostenibles porque existe desconfianza de que las ayudas acaben en temas que no lo son realmente”, explica Alfred Vernis, experto en sostenibilidad de ESADE. “La revolución digital necesita de la revolución sostenible, y viceversa. Pero entendiendo que la revolución digital es sólo un medio, aquí lo importante es la revolución sostenible”.
Una cuenta atrás
Pese a los avances, los expertos coinciden en que vamos tarde. “Hemos postergado mucho las soluciones y ahora tenemos que hacer mucho en poco tiempo; no tenemos otra”, insiste Viñuales. “Tenemos que hacer un ejercicio de talento y esfuerzo para escudriñar los cambios más rápidos; los atajos…”. Y “llegar a acuerdos”, como insiste el embajador de Pacto por el Clima (ONU) y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, César García Aranda.
Víctor Viñuales: “Tenemos que hacer mucho en poco tiempo; no tenemos otra”
La necesidad de poner de acuerdo a muchos explica que muchas decisiones se dilaten. “Europa marca esa hoja de ruta a medio plazo porque hay que poner de acuerdo a los países y para asegurar que la financiación es sostenible. Los gobernantes deben ser innovadores y visionarios para que tengamos sociedades avanzadas, preparadas, sanas e inclusivas”, resume este profesor.
Para no perder esta oportunidad, la colaboración es esencial. “Ni los gobiernos pueden por sí solos, ni las empresas, ni las organizaciones sociales… Lo importante son las alianzas. Nos necesitamos unos a otros. Se requiere más colaboración público-privada, más cooperación global… Y también entre entidades del mismo sector, por qué no. En temas que trascienden el negocio a corto plazo y que tienen que ver con la necesidad de crear un país sostenible, todos los bancos estamos interesados. Nunca había habido tanta complicidad”, explicó a finales de 2020 Antoni Ballabriga, director Global de Negocio Responsable de BBVA, en el informe ‘Crecimiento inclusivo. En busca de una prosperidad compartida’ del Observatorio Empresarial de Fundación Codespa.
Educación ambiental para el consenso
Fue notable que la Cumbre del Clima celebrada en Madrid en diciembre de 2019 se invitara por primera vez a los ministros de Finanzas e Industria, abiertos a escuchar que el sistema lineal no es sostenible. La sucesión de informes sobre aguas, aire, enfriamiento y calentamiento global, eventos climatológicos adversos, biodiversidad, etcétera, presentados aquellos días, dejaron claro que esto es una emergencia, no una tendencia. “Me frustra la lentitud de los cambios teniendo toda la tecnología necesaria a mano. El artículo 6 debe ser una prioridad y todos los sectores debéis centraros en la descarbonización”, interpeló Guterres desde el ágora en relación con el asunto de los mercados de carbono (las emisiones contaminantes de cada país).
Aunque alcanzar un acuerdo en materia climática (y especialmente sobre el polémico artículo 6) es uno de los mayores retos a nivel mundial, como quedó claro en la COP25 y en todas las anteriores, lo cierto es que Europa y en concreto España parece que va calando como lluvia final el cambio de conciencia y hay acuerdos unánimes sobre medioambiente. Prueba de ello es la existencia de grupos como el de Crecimiento Verde, que engloba, entre otras al 40 % de las empresas del Ibex, e iniciativas como la puesta en marcha por el BC3, el Manifiesto por una recuperación sostenible en el marco del Pacto Verde Europeo.
“La recuperación sostenible no es una cuestión de ideología, es que es lo más rentable. Estamos en un punto crítico y hace falta inversión y capacitación”, detalla Mikel González-Eguino, experto en cambio climático, energía, economía ambiental y asuntos públicos, entre otros y miembro del BC3. “Tenemos que ver cuáles son nuestras fortalezas para tener sectores industriales y productivos que sean líderes”, añade. Según un reciente informe de la Fundación Biodiversidad, el 45 % de los invitados a la descarbonización de la economía estima que la sostenibilidad es una oportunidad y el 60 % cree que hará a las economías más competitivas.
“La recuperación sostenible no es una cuestión de ideología, es que es lo más rentable»
Rumbo a un capitalismo más humano
El término sostenibilidad tiene entidad propia y el tejido económico sabe, aunque les cueste aplicarlo, que es un camino sin marcha atrás y sin fisuras. Nadie niega el fracaso del sistema lineal contra los límites planetarios y Europa quiere coger ventaja en este ámbito para competir con potencias como China y Estados Unidos, mucho más lejos de este planteamiento. “La UE está liderando este movimiento con una preocupación de fondo, evitar el ‘greenwashing’, que se pueda confirmar realmente en los cambios y se hagan. La sostenibilidad cambia muchos comportamientos y para eso hay que hacer mucha pedagogía: rentabilidad y medioambiente deberían ir de la mano”, añade Vernis.