El supermercado del futuro, ¿será un retorno al pasado?
El avance permanente a nivel internacional de la concientización dirigida a una mejor y más eficiente conservación del medio ambiente ha progresivamente incorporado iniciativas amigables en esa dirección (“eco-friendly”), las cuales se extienden al sector de comercialización alimenticia, reflejándose en la tendencia a moderar o directamente eliminar aquellos materiales del empaque (“packaging”) que no resulten ecológicamente sustentable, como forma de apoyo al esfuerzo en defensa de la naturaleza.
Al respecto el enfoque descripto se ha centralizado en recientemente en el intento de limitar o abandonar -cuando ello resulta posible- la utilización de plásticos, contemplando que los supermercados y tiendas de alimentación son uno de los sectores con mayor consumo de este tipo de material, normalmente utilizado en aquellos envases destinados a las carnes, pescados o verduras. Con dicho propósito, cada vez más establecimientos se orientan a intentar sustituir los envases confeccionados por plásticos por otros de papel o tela, al mismo tiempo que impulsan la elaboración de aquellos en que el plástico resulte de difícil sustitución a partir de material reciclado derivado de todas sus líneas de su comercialización, apostando incluso por soluciones que incluyen el empleo de materiales vegetales, tornando a los propios envases consumibles.https://ca399fd199f05d5772b5bcecd09a4934.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html
En efecto, la concientización de los consumidores respecto de la necesidad de combatir el exceso de residuos plásticos -dados sus nocivos efectos medioambientales, percibido incluso en el ambiente marítimo- resulta cada vez mayor, observándose una expansión de este objetivo a ritmo acelerado en un período relativamente exiguo. En este sentido, puede observarse que la clientela más joven ha liderado indudablemente este proceso, aunque progresivamente el mismo se ha extendido a población de todas las edades bajo la influencia de la exposición de una red creciente de organizaciones preocupadas por la protección del medio ambiente, que priorizan entre sus objetivos la reducción del consumo global de plásticos descartables.
En tal sentido, dichas organizaciones -coincidiendo con estudios desarrollados por organismos de las Naciones Unidas- han expresado alarma respecto de la utilización anual de 5 billones (millones de millones)- de bolsas plásticas descartables como forma de empaque generalizada en los supermercados y otros puntos de comercialización de productos de consumo masivo en el campo alimenticio y de productos para la higiene personal y del hogar.
Así, la nueva corriente de puntos de venta amigables con el medio ambiente tiende progresivamente a impulsar a sus clientes a utilizar bolsas de tela para acarrear sus compras, al mismo tiempo que ofrecen crecientemente productos que ya no están contenidos en envases plásticos desechables, ya que el problema medioambiental que generan los mismos no puede remediarse en todos los casos por vía del reciclaje. Por el contrario, no puede olvidarse las virtudes que presentan los envases plásticos en materia de inocuidad, por lo que el futuro presenta una controversia de difícil resolución para el comercio y los consumidores.
En cualquier caso, algunas grandes urbes ya se proponen ir avanzando en la incorporación de objetivos comunitarios para controlar la situación de los desperdicios no reciclables. Así, por ejemplo, la Ciudad de México planea convertirse en una metrópolis definida como “Libre de Basura” hacia 2024, previendo reducir las 8.600 toneladas de desperdicios recogidos diariamente a sólo 2.000. A tal efecto ha introducido la prohibición escalonada del uso de bolsas plásticas en el comercio, previendo en 2021 vedar el uso de cubiertos, platos y vasos de plástico y cápsulas de café.
Por su parte, China, que continúa ubicado como primer generador mundial de residuos de envases plásticos, contempla prohibir en sucesivas etapas la utilización de bolsas plásticas no biodegradables en las transacciones comerciales en las grandes ciudades, para luego ampliar dicha política hacia urbes medianas.
Finalmente, la Unión Europea (UE) ha aprobado una Directiva vedando a partir de 2021 el empleo de todo tipo de elementos plásticos descartables luego de un solo uso, al mismo tiempo que prevé garantizar hacia 2029 que al menos 25% del plástico utilizado para elaboración de botellas provenga de material reciclado, coeficiente que se ampliaría al 30% en 2030.
Este contexto internacional han generado el desarrollo -en particular en los países altamente desarrollados- de iniciativas públicas y privadas bajo lemas tales como “Vivir Sin Plástico”, que nuclea a tiendas urbanas estructuradas para la venta de sus productos sólo a granel de forma de evitar todo tipo de envases posteriormente descartados.
De igual forma, avanzan incipientemente experiencia de nuevos tipos de supermercados organizados exclusivamente en torno a la oferta de bienes de consumo por vía de sistemas de autoservicio por parte de los consumidores desde tambores, depósitos o góndolas dosificadoras higienizadas directamente a envases propios de los adquirentes, los que incluyen alimentos, artículos de higiene, perfumería y limpieza, en todos los casos libres de envases plásticos. Así, importantes ciudades europeas tales como Amsterdam, París o Berlín han regulado en los últimos años este tipo de supermercados (concomitantemente con la promoción de tiendas de proximidad) que se caractericen por las ventas de sus productos a granel, obviando la utilización de envases o bolsas plásticos, con lo que se intenta recuperar el espíritu operativo de los mercados tradicionales con características más propias del Siglo XX.
Así, por ejemplo en 2014 la “Original Uverpackten” -supermercado de compra a granel- inauguró en Berlín su primer tienda, incorporando la segunda en 2019, organizadas en torno a grandes dosificadores de cristal desde los cuales los compradores -que concurren con sus respectivos envases- se sirven directamente, sin que el producto requiera un embalaje, y por ende se ufanan de no ser fuente de desechos. En efecto, como prueba del aliento municipal de la capital alemana a la tendencia descripta esta tienda -comprometida al presente con el movimiento denominado “Basura Cero” (“Zero Waste”)- se sustentó mediante programas de asistencia microfinanciera dirigidos a promover proyectos innovadores, habiendo recibido luego múltiples galardones de diversos organismos gubernamentales para incentivar la reproducción de su modelo conceptual.
De igual forma, “EkoPlaza” es una cadena nacida en Amsterdam en 2018, que cuenta al presente con 74 establecimientos en Holanda que ofrecen más de 700 productos prescindiendo de envases plásticos. La misma cuenta con el apoyo de organizaciones sin fines de lucro, que impulsan que los supermercados convencionales incorporen al menos un «pasillo” exclusivamente ofreciendo productos libres de plásticos.
Finalmente, esta tendencia ha llegado recientemente a nuestro país, al instalarse en el barrio de Belgrano de CABA el primer supermercado sin envases bajo la marca “Cero Market”, empresa que anticipó su propósito de ampliarse a 50 puntos de venta en el país durante 2021 para luego expandirse a Chile y Uruguay, difundiendo su concepto innovador que incorpora más de 400 productos de diferentes categorías que el cliente puede adquirir a granel. Igualmente, ya opera en el país una empresa local que comercializa vajilla descartable con propiedades biodegradables -y hasta en algunos casos directamente comestibles- ya que los platos y recipientes están confeccionados íntegramente de salvado de trigo orgánico certificado, con contextura y sabor a dicho cereal.
A partir de los ejemplos listados cabe destacar que están surgiendo a nivel internacional cada vez más diversas iniciativas auto-definidas como “amigables con el medio ambiente” (“eco-friendly”), en el contexto de las cuales se inserta la tendencia descripta a morigerar o eliminar todo tipo de empaque (“packaging”) que no resulte ecológicamente sustentable, como forma de apoyar la lucha en protección de la naturaleza. Al respecto no cabe duda que los supermercados y tiendas de alimentación son uno de los sectores donde más envases -particularmente plásticos- se consumen, normalmente en forma de envases.
Al respecto, incluso algunas corporaciones multinacionales de alimentos y bebidas intentan avanzar hacia la prescindencia de los plásticos, optando por opciones de empaque más sustentables. Entre tales firmas Bacardi, PepsiCo y Nestlé encabezan esta orientación global que gana adeptos no obstante el escepticismo de los defensores ambientalistas respecto de la contribución efectiva de las acciones descriptas. Así, desde la sede internacional de la compañía de bebidas alcohólicas confirmaron el lanzamiento de una nueva botella confeccionada con PHA o “polihidroxialcanoato”, material vegetal con apariencia similar al plástico que puede convertirse luego de su empleo en abono natural para jardinería.
Asimismo, Bacardi trabaja en el desarrollo de envases de papel que reducen la cantidad de PHA utilizado, además de ser reciclables como abono (la composta es un tipo de tierra hecha a base de desechos orgánicos que se obtiene a partir de un proceso llamado compostaje en el que los microorganismos descomponen la materia orgánica hasta generar un tipo de abono que contribuye a mejorar el ambiente y enriquecer los cultivos). Según sus directivos, la empresa estadounidense aspira a vender sus productos completamente libres de envases plásticos en una década. Por su parte, la suiza Nestlé se encuentra trabajando en una botella de agua biodegradable, por ejemplo.
En dicho contexto cabe imaginar que “el supermercado del futuro” eventualmente tienda a contar con dosificadores para que los compradores puedan llenar sus propios envases reutilizables. El objetivo de estos establecimientos sería revaluar la estructura de ventas de los supermercados del futuro, persiguiendo un incremento de las compras sin envase, lo que más allá de contribuir en teoría a la defensa del medio ambiente ciertamente resultaría un aporte concreto para el abaratamiento del costo de los alimentos, tornando las compras más flexibles y sostenibles.
(*) Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña.
Fuente: El Economista