Detectan microplásticos utilizados en envases alimentarios en el cerebro dos horas después de la ingestión
La presencia generalizada de microplásticos en nuestro entorno es una preocupación constante debido a sus graves repercusiones tanto para el medio ambiente como para nuestra salud. Estas diminutas partículas plásticas, conocidas como micropartículas y nanopartículas plásticas (MNP), han demostrado infiltrarse en nuestro torrente sanguíneo y entrar en nuestro organismo de diversas formas, incluso a través de la ingesta de alimentos.
Ahora, se ha demostrado por primera vez cómo estas micropartículas pueden cruzar la barrera hematoencefálica y, como consecuencia, llegar al cerebro, según una nueva investigación realizada en la Universidad Médica de Viena.
El estudio, publicado en la revista Nanomaterials, se centró en la exposición a microplásticos en ratones, demostrando que los cerebros de los animales alimentados con MNP –en concreto, el poliestireno, un plástico muy utilizado en los envases de alimentos– los contenían apenas dos horas después de su ingestión a través de un mecanismo hasta ahora desconocido para la ciencia, lo que sugiere que los diminutos plásticos, que se encuentran en casi todas partes, podrían ser aún más preocupantes de lo que se pensaba.
Barrera hematoencefálica
La barrera hematoencefálica es una red compleja de vasos sanguíneos y tejidos que actúa como una capa de protección esencial para el cerebro, evitando que las sustancias dañinas y patógenos entren en él. Esta barrera celular solo permite el paso al cerebro de moléculas importantes como agua, oxígeno, anestésicos generales y dióxido de carbono.
El hecho de que los microplásticos hayan sido encontrados en el cerebro es una preocupación alarmante y muestran la necesidad de investigar más a fondo los posibles efectos de los microplásticos en el cerebro humano. De acuerdo con los científicos, los MNP, una vez en el cerebro, podrían aumentar el riesgo de padecer una serie de enfermedades graves.
«En el cerebro, las partículas de plástico podrían aumentar el riesgo de inflamación, trastornos neurológicos o incluso enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson», afirma Lukas Kenner, uno de los investigadores principales del estudio, en un comunicado.
El intestino humano cuenta con una barrera protectora similar a la barrera hematoencefálica, según la información proporcionada por la Universidad Médica de Viena. Por este motivo, los MNP pueden también ingresar al organismo y atravesar las barreras impermeables del intestino. El proceso mediante el cual estas partículas atraviesan estas barreras es complejo y depende de factores como el tamaño de las partículas, la química de su superficie y el tipo de célula con la que interactúan.
Los microplásticos
Los nanoplásticos son definidos por su tamaño inferior a 0,001 milímetros, mientras que algunos microplásticos siguen siendo visibles a simple vista con tamaños que oscilan entre 0,001 y 5 milímetros. Los microplásticos pueden ingresar a la cadena alimentaria a través de diversas fuentes, incluyendo residuos de envases.
Estas partículas también tienen la capacidad de ingresar al cuerpo humano a través del consumo de agua embotellada y alimentos envasados en plástico. Se estima que una sola persona que beba agua embotellada puede ingerir alrededor de 90.000 partículas de plástico cada año.
«Para minimizar el daño potencial de las micropartículas y nanopartículas plásticas para los seres humanos y el medio ambiente, es crucial limitar la exposición y restringir su uso mientras se sigue investigando sobre los efectos de las MNP», afirma Kenner.
Fuente DW
Editado por Felipe Espinosa Wang.