Investigadores aprovechan las cáscaras de langostinos para mitigar el impacto ambiental
Un grupo de investigadoras del Conicet y de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) utilizan cáscaras de langostinos que desecha la industria pesquera con el fin de reducir hasta en un 80% la toxicidad de los agroquímicos usados en el campo.
“El punto de partida es la comercialización de langostinos, una industria de gran impacto ambiental por su capacidad contaminante que tiene presencia en muchas zonas”, explica Claudia Casalongue, integrante del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB), que depende del Conicet y la UNMDP.
“Buscamos aprovechar las cáscaras, que son fuente de bioestimulantes, como la quitina y el quitosano”, agrega.
El quitosano al que refiere la investigadora es un compuesto químico presente en la cáscara de los langostinos y que se convirtió en la materia prima fundamental para el desarrollo tecnológico.
Durante los últimos años, la pesca de langostinos creció exponencialmente en las costas patagónicas y bonaerenses, lo que equivale a la generación de miles de toneladas de cáscaras al año.
“El aumento de estos desechos provoca graves problemas ambientales en la Patagonia, como la contaminación del suelo y de las napas de agua, la liberación de gases a la atmósfera y el crecimiento de la población de gaviotas, que se alimentan de estas cáscaras y pueden ser vehículos de enfermedades para las ballenas”, comentó Vera Álvarez, doctora en Ciencias de los Materiales e investigadora del Conicet.
“Sin duda, si tenemos en cuenta la enorme cantidad de residuos que genera la industria de los langostinos, la recuperación de toda esta biomasa para producir quitosano es de enorme importancia, tanto desde el punto de vista científico, social, económico como ambiental”, señaló Daniela Caprile, becaria postdoctoral del Conicet y especialista en el mercado del quitosano.
Cabe destacar que Álvarez ya estudiaba las características antimicrobianas, antifúngicas y antivirales del quitosano. Sin embargo, esto le permitió desarrollar durante la pandemia un spray para usar como protección frente al coronavirus.
El trabajo que se realizaba en torno al quitosano desde hace más de una década derivó en la creación de Unibaio en 2022. Se trata de una empresa de base tecnológica con sede en Mar del Plata que se encarga de la producción de nanotecnología biodegradable a partir de los desechos del langostino.
La tecnología desarrollada por la compañía permite reducir el impacto ambiental de la agricultura y la contaminación generada por el uso de agroquímicos sin modificar toda la fórmula de los productos utilizados para producir alimentos.
“Con esta innovación, los agricultores pueden usar los mismos pesticidas o fertilizantes que utilizaron durante mucho tiempo, pero que ahora son mucho menos tóxicos”, remarcó Álvarez, presidenta de la Fundación Argentina de Nanotecnología.
Así, la empresa apunta a cubrir las demandas de las nuevas regulaciones ambientales que buscan prohibir los pesticidas que todavía no tienen reemplazo. Al mismo tiempo, contribuyen a la acción climática y alimentan a la población mundial de manera sostenible.
Fuente: EconoSus