Son suizos, se enamoraron de Mendoza y con u$s 2 millones crearon una bodega eco-friendly
La historia comienza cuando en 2017 Arnaud Frésad vino desde Suiza a la Argentina para hacer un intercambio de estudios de Finanzas y se enamoró de la provincia de Mendoza. De la tierra, de la vista a los Andes y del vino, claro.
“Me sorprendió muchísimo la calidad de los vinos que se hacen en Argentina -confiesa Arnaud en diálogo con Economía Sustentable-. Y hablando con un amigo bodeguero suizo que vive en la provincia, surgió la idea de empezar un proyecto vitivinícola con mi hermano”.
Con la pasión como motor y las ganas de armar su primer emprendimiento, y soltar así el trabajo en relación de dependencia, convenció a su hermano Florian que dejara de dedicarse a la ingeniería de relojes para desarrollar, en suelo argentino, una bodega con espíritu “irreverente” y “comprometida con el planeta”.
Así, en 2019 nació 3SAPAS, un acrónimo de tres suizos al pie de los Andes, donde el tercer integrante es Gibbs, el perro golden retriever de los hermanos. Hoy, ya llevan invertidos más de u$s 2 millones en el proyecto, más de 2600 árboles plantados tras lanzar la campaña “Una Botella x Un Árbol” con la buscan ser carbono negativo en 2024, y está construyendo una bodega propia con ADN sustentable, en Valle de Uco.
–Con una inflación de más de 160% sólo este año, ¿por qué vale la pena invertir en Argentina?
-Yo creo que Argentina tiene un potencial enorme. Sabemos que no es fácil un mercado con tanta inflación, pero creo que a largo plazo hay oportunidades. Creo que por la geografía y los recursos naturales del país, va a tener bastante ventajas en el futuro comparado con el hemisferio norte donde los países van a sufrir más el cambio climático. Por eso creemos también que existe la oportunidad de desarrollar un proyecto económico sustentable acá. Vamos a ver ahora como con el cambio de Gobierno cómo se desarrolla la Economía.
-¿Qué espíritu encierra 3SAPAS?
-Queremos traer un aire fresco a la industria del vino, moderno, de una nueva generación, con el foco puesto en la sustentabilidad. Lo primero que pensamos fue en usar botellas livianas, papel reciclado para las etiquetas (Florian se encarga del diseño) y también tapones reciclables, a base de caña de azúcar de la marca Nomacord, hechos en San Juan.
-¿Qué de la cultura suiza le impregnaron a la empresa?
–Suiza es un país muy ordenado y tratamos de tener esa dinámica en nuestra empresa. Buscamos siempre ofrecer visibilidad a largo plazo a nuestros proveedores y clientes y reducir al máximo el ruido que puede haber en la economía argentina para tener estabilidad en nuestras relaciones comerciales. De Suiza traemos también los detalles: tenemos procesos muy estrictos sobre la calidad, sobre cómo tienen que que salir los productos. Es, un poco, como hacer un reloj suizo. Es algo que seguimos muy de cerca para que salga bien.
-¿Notaron cierto choque cultural entre esto que mencionás y nuestro país que a veces es un poco más caótico?
-Y digamos que sí (se ríe). Hay una manera de hacer negocios muy diferente. En Suiza es mucho más rápido en el sentido de que no hay trámites, no hay licitación, todo está claro, se ejecuta y así avanza la economía. Argentina, desde el punto de vista de lo burocrático es un poco más complicado. No es solo algo cultural, es también algo económico, si la economía fuera más estable, los negocios serían más estables.
-¿Pero es un poco más divertido?
-Sí, es verdad. Hay que tener un poco más de paciencia.
-¿Qué desafíos tiene el ser emprendedor?
-Ser emprendedor implica que cada día sea un nuevo día. Nunca se para, al ser una empresa en la que producimos algo, en este caso el vino, tenemos muchas etapas y áreas diferentes. En comparación a la relación de dependencia donde hacés tu trabajo y listo, en este caso es mucho más dinámico. El principal desafío es poder sincronizar varias cosas en un tiempo bastante reducido. 3SAPAS es mucho más que tres personas. Tenemos un viñedo en Valle de Uco, donde proyectamos construir la bodega, hoy por hoy alquilamos una en Vistaalba que es donde elaboramos los vinos que hacemos ahora.
Una bodega sustentable con menos impacto ambiental
Desde la empresa explican a Economía Sustentable que la bodega tiene capacidad de producción de 800 mil litros al año en 46 hectáreas totales del terreno, de las cuales, 33.8 son de viñedos. Producirá su propia energía fotovoltaica para evitar el uso de combustibles fósiles y será “completamente sostenible para minimizar el impacto adverso”. También contará con un área de turismo que incluirá un restaurante con vista a la Cordillera de los Andes.
“Si bien el viñedo está en transición orgánica y vamos a tener la certificación dentro de dos años aproximadamente, creo que hoy en día hay muchas certificaciones que realmente no le llegan al consumidor final. Nosotros queríamos un proyecto que pueda transmitir un mensaje fuerte al consumidor final y que se puede entender concretamente lo que hacemos en esencia”, define Arnaud.
Así nació el programa “Una botella=Un árbol”, que en Argentina, lo llevan a cabo con la ONG UnÁrbol, donde por cada botella de vino que venden, dan u$s1 a la organización para sembrar un árbol nativo en zonas amenazadas por deforestación o en ecosistemas degradados.
“Hasta finales de octubre, hemos logrado plantar 2.625 árboles, a través de nuestra iniciativa. Sin embargo, es importante señalar que este número no refleja completamente la situación actual ya que iniciamos la comercialización en agosto, y la financiación de cada árbol se realiza una vez que nuestros clientes pagan por sus pedidos, con un plazo de pago de 60 días. Por lo tanto, la cifra actual incluye las ventas y árboles correspondientes a agosto y la primera parte de septiembre”, aclaran desde 3SAPAS.
Y suman: “Es crucial considerar que la proyección para los próximos meses es optimista, con un promedio de más de 10.000 árboles plantados mensualmente. Estamos comprometidos con el crecimiento sostenible de esta iniciativa y continuaremos trabajando para hacerla más impactante en el futuro”.
Con esta iniciativa, desde 3SAPAS quieren que la operación de la compañía sea carbono negativo. “Es nuestro objetivo a largo plazo. Tendremos que apuntar esto porque en su vida un árbol en promedio va a compensar la huella de carbono de más de 1000 botellas. La idea sería poder llegar a ser en 2024”, señalan.
En cuanto a los objetivos planteados, con el foco puesto en los consumidores de vinos sustentables, desde la bodega apuestan a seguir creciendo en el mercado interior donde admiten que hay un “fuerte interés por estos productos”. “Tenemos en la actualidad 250 mil botellas listas para comercializar y queremos pasar a 400 mil el próximo año”, dice Arnaud.
Y concluye: “También quieren terminar la construcción de la bodega. Esperamos que con el nuevo Gobierno se abra un poco el mercado porque necesitamos también bienes de importación, como las barricas, y también que se pueda exportar con más facilidad”.
Fuente: EconoSus