La Bioeconomía como Motor de Desarrollo Sustentable
Escriben Sofía Rojo Brizuela y Ing. Agr. Ximena Rojo Brizuela
Con la reciente transición gubernamental, la Argentina se encuentra inmersa en un proceso de redefinición que va más allá de las fronteras convencionales de la política y la economía. En este escenario, surgió el concepto de Bioeconomía como una idea clave, que fusiona los principios de la biología con las prácticas económicas. Este enfoque, fomenta una economía más sustentable y eficiente en el uso de recursos. Se presenta como un instrumento vital para abordar las demandas de crecimiento económico y desarrollo social, y, además, reconcilia la relación entre progreso y protección ambiental.
El contexto nos invita a preguntarnos sobre el significado de este concepto que integra los principios de la biología con las prácticas económicas para generar una economía más sustentable y eficiente en términos de recursos. La bioeconomía está incluída en el paradigma de desarrollo sustentable que involucra a diversos sectores de la cadena agroindustrial, e incluye a los bioproductos, bioprocesos, bioenergía y biotecnología.
Al ser un concepto que nos interpela a todos por igual, nos invita a replantear nuestra forma de producir y consumir siendo más amigables con el ambiente. Nos desafía a buscar alternativas de gestión más sustentables y a aplicar el conocimiento disponible para maximizar la eficiencia de nuestros recursos. En esencia, es un llamado a cambiar nuestra mentalidad en pos de un desarrollo socioeconómico inclusivo y ambientalmente sostenible.
Uno de los pilares fundamentales de la Bioeconomía es su enfoque en generar más productos con los mismos insumos, y reducir el impacto ambiental. Este cambio profundo implica transformaciones en la organización de la producción, las capacidades necesarias, las instituciones, las regulaciones aplicables, y los modelos de negocios. La transición hacia una «economía verde» o «economía circular» es esencial para el éxito de esta visión de desarrollo.
En términos ambientales, la Bioeconomía busca contribuir al cuidado del planeta al mismo tiempo que impulsa el crecimiento económico. Este enfoque se aplica a nivel regional, pero su impacto trasciende fronteras y promueve el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sustentabilidad, eficiencia en el uso de recursos, innovación tecnológica y economía circular son los principios que guían esta transformación a nivel global.
Con respecto al ámbito económico, la bioeconomía ya aporta significativamente al Producto Bruto Interno (PBI) de nuestro país. Desde la agricultura hasta la industria textil, química y biotecnológica, sus beneficios se extienden a diversas actividades y sectores. Ejemplos concretos, como las prácticas bioeconómicas en el cultivo del arroz, demuestran cómo se pueden aprovechar al máximo los recursos disponibles, desarrollando variedades de semillas adaptadas y utilizando subproductos como la cáscara para la producción de materiales de construcción y biocombustibles.
Sin embargo, la Bioeconomía no está exenta de desafíos. La clave radica en establecer un ecosistema de políticas coherentes y continuas a nivel nacional y territorial, que integren nuevas políticas industriales, innovación, educación, energía, logística y transporte. La calidad de la implementación dependerá de la efectiva interacción entre instituciones y de la flexibilidad necesaria para realizar ajustes cuando sea necesario. La sinergia y el trabajo conjunto son esenciales para el éxito de esta iniciativa.
La bioeconomía nos representa una oportunidad para construir un futuro más prometedor, alineándonos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este enfoque integral, que aborda tanto el crecimiento económico como la protección ambiental, nos invita a ser protagonistas de un cambio en la manera en que producimos y consumimos. Para lograrlo, es necesario que todos los actores involucrados nos comprometamos para construir un mundo más sustentable para las generaciones futuras.