La eficacia de los Fiordos como trampas de carbono
Recientes estudios han destacado el papel crucial que juegan estos cuerpos de agua en la captura y almacenamiento de carbono.
Los fiordos son valles glaciares sumergidos que se formaron durante las eras glaciares cuando los glaciares avanzaban y retrocedían, esculpiendo profundos valles en la tierra. Al derretirse, estos valles se llenaron de agua de mar, creando los fiordos que conocemos hoy. Estos se encuentran comúnmente en regiones como Noruega, Chile, Nueva Zelanda y la costa oeste de Canadá y Alaska.
La eficacia de los fiordos como trampas de carbono se debe a su capacidad para capturar grandes cantidades de materia orgánica, principalmente a través de la sedimentación de plantas y otros materiales orgánicos provenientes de su entorno terrestre. Esta materia orgánica se deposita en el fondo del fiordo, donde se acumula como sedimento.
Un estudio reciente de la Universidad de Gotemburgo en Suecia encontró que los fiordos de la costa oeste sueca son altamente efectivos en la captura de carbono, independientemente de los niveles de oxígeno en el agua del fondo. Tradicionalmente, se pensaba que el contenido de oxígeno era un factor determinante en la eficiencia de la captura de carbono, ya que el oxígeno facilita la descomposición de la materia orgánica en carbono inorgánico, que luego se disuelve como ácido carbónico en el agua. Sin embargo, este estudio reveló que incluso en condiciones de bajo oxígeno, los fiordos continúan siendo eficientes trampas de carbono.
Los fiordos representan solo el 0.1% de la superficie oceánica global, pero son responsables de aproximadamente el 11% del carbono orgánico marino enterrado anualmente. Esta desproporción destaca la importancia de los fiordos en el ciclo global del carbono y en la mitigación del cambio climático. Al enterrar carbono orgánico de manera efectiva, los fiordos ayudan a reducir la cantidad de carbono que puede convertirse en dióxido de carbono (CO₂) y contribuir al efecto invernadero.
La alta tasa de captura de carbono en los fiordos se debe en parte a su geomorfología única y a las altas tasas de sedimentación que pueden llegar a alcanzar. Los fiordos reciben grandes flujos de materia orgánica terrestre debido a su proximidad a áreas con abundante vegetación y a las corrientes de agua que arrastran estos materiales hacia el mar. Además, las paredes empinadas de los fiordos ayudan a mantener los sedimentos atrapados en su interior, evitando que se dispersen en el océano abierto.
Los estudios han mostrado que los fiordos de regiones como Suecia y Noruega tienen la capacidad de capturar carbono incluso bajo condiciones variadas de oxígeno. En Suecia, se estudiaron tres fiordos con diferentes condiciones de oxígeno en sus aguas de fondo y se encontró que la acumulación de sedimentos ricos en carbono era consistente en todos ellos. Este hallazgo es significativo ya que sugiere que los fiordos pueden continuar desempeñando su papel como trampas de carbono a pesar de las variaciones ambientales.
Por otro lado, un estudio global publicado en Nature Geoscience estimó que alrededor de 18 millones de toneladas de carbono orgánico son enterradas anualmente en los sedimentos de los fiordos. Esta cantidad representa una porción significativa del carbono enterrado en todos los océanos del mundo, subrayando la importancia de estos ecosistemas en la regulación del clima global.
Los fiordos chilenos también han demostrado ser altamente eficientes en la captura de carbono. Un estudio realizado en el fiordo Comau en la región de los fiordos patagónicos de Chile encontró que la tasa de sedimentación de carbono en este fiordo es una de las más altas del mundo, lo que subraya la importancia de los fiordos patagónicos en la captura de carbono. Los investigadores destacaron que la alta productividad biológica y la rápida acumulación de sedimentos contribuyen a esta alta eficiencia.
En otro estudio realizado en los fiordos de Nueva Zelanda, se encontró que estos fiordos también actúan como sumideros importantes de carbono. La investigación reveló que la combinación de una alta productividad de fitoplancton y una rápida deposición de sedimentos permite que los fiordos neozelandeses capturen grandes cantidades de carbono orgánico. Este hallazgo es consistente con estudios realizados en otras regiones del mundo y refuerza la idea de que los fiordos son ecosistemas clave en la mitigación del cambio climático.