La transición energética mundial se acelera
En un mundo marcado por la urgencia de abordar el cambio climático y la creciente demanda energética, el último informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) revela un panorama de transición energética sin precedentes. El documento, que analiza en profundidad las tendencias globales en materia de energía, destaca avances significativos en la adopción de energías renovables, al tiempo que señala los persistentes desafíos geopolíticos y económicos que complican este proceso de transformación.
El informe de la AIE pinta un cuadro de contrastes: por un lado, un auge impresionante en la implementación de tecnologías de energía limpia; por otro, la persistencia de tensiones geopolíticas que amenazan la seguridad energética global. En medio de este escenario complejo, emergen nuevos patrones de demanda energética y se reconfiguran las cadenas de suministro, mientras regiones como Sudamérica buscan su lugar en esta transición global.
Auge de las renovables
«La energía limpia está entrando en el sistema energético a un ritmo sin precedentes», destaca el informe, señalando un hito histórico: en 2023 se añadieron «más de 560 gigavatios (GW) de nueva capacidad de energías renovables». Esta cifra no solo representa un récord absoluto, sino que marca un punto de inflexión en la transición energética global.
El crecimiento exponencial de las energías renovables está redefiniendo el panorama energético a una velocidad vertiginosa. La solar fotovoltaica y la eólica lideran esta revolución, con costos que continúan disminuyendo y eficiencias que mejoran constantemente. «Los flujos de inversión en proyectos de energía limpia se acercan a los 2 billones de dólares cada año, casi el doble de la cantidad combinada que se gasta en nuevos suministros de petróleo, gas y carbón», subraya el informe, evidenciando un cambio significativo en las prioridades de inversión a nivel global.
China se posiciona como el líder indiscutible de esta revolución verde, representando «el 60% de la nueva capacidad renovable agregada en todo el mundo en 2023». La escala de este despliegue es asombrosa y tiene implicaciones globales: «la generación solar fotovoltaica de China por sí sola está en camino de superar, a principios de la década de 2030, la demanda total de electricidad de los Estados Unidos en la actualidad». Este dato no solo ilustra el ritmo acelerado de la transición en China, sino que también subraya la magnitud del cambio que se está produciendo en el panorama energético mundial.
Transición en la electricidad
El informe proyecta un futuro aún más prometedor para las energías limpias, anticipando que «las fuentes de bajas emisiones generen más de la mitad de la electricidad mundial antes de 2030». Este hito histórico en la lucha contra el cambio climático representa un cambio fundamental en la forma en que el mundo produce y consume energía.
Sin embargo, la AIE también señala que este progreso «está lejos de ser uniforme en todas las tecnologías y países». Mientras algunas naciones avanzan a pasos agigantados, otras se rezagan, creando un panorama de transición energética a dos velocidades. Esta disparidad plantea desafíos importantes para la equidad global y la efectividad de los esfuerzos para combatir el cambio climático.
El documento destaca que hay margen para un crecimiento aún más rápido. «La capacidad de fabricación solar actual ronda los 1.100 GW al año, lo que potencialmente permitiría un despliegue casi tres veces mayor que en 2023». Este exceso de capacidad de fabricación podría acelerar aún más la transición energética si se aprovecha plenamente.
Impactos
El auge de las renovables también está transformando el sector del empleo. El informe señala que las industrias de energía limpia se están convirtiendo en «importantes fuentes de innovación, crecimiento económico y empleo». Este aspecto subraya que la transición energética no solo es beneficiosa para el medio ambiente, sino que también representa una oportunidad económica significativa.
No obstante, el informe advierte sobre los desafíos que acompañan a este crecimiento inédito. «Llevar estas tecnologías a gran escala a las economías en desarrollo sería transformador para las perspectivas mundiales», señala la AIE, destacando la necesidad de abordar las desigualdades en el acceso a las tecnologías limpias.
El auge en curso de las energías renovables marca un punto de inflexión en la historia energética global. Con inversiones récord, capacidades de fabricación en aumento y costos en descenso, las energías limpias están encaminadas para liderar el sistema energético del futuro.
Cambios y desafíos
A pesar de estos avances, las tensiones geopolíticas amenazan con descarrilar el progreso. «La escalada del conflicto en Oriente Medio y la guerra en curso de Rusia en Ucrania ponen de relieve los continuos riesgos a los que se enfrenta el mundo en materia de seguridad energética», advierte el organismo. Estas crisis han expuesto las vulnerabilidades de las cadenas de suministro energético globales y han llevado a una reconsideración de las estrategias de seguridad energética.
“En la segunda mitad de esta década, la perspectiva de un suministro más abundante –o incluso excedente– de petróleo y gas natural, dependiendo de cómo evolucionen las tensiones geopolíticas, nos llevaría a un mundo energético muy diferente del que hemos experimentado en los últimos años durante la crisis energética mundial”, dijo el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol.
Pese a las tensiones geopolíticas, el informe anticipa «un excedente de suministro de petróleo y GNL durante la segunda mitad de la década de 2020». Esta abundancia podría proporcionar «una especie de protección contra nuevas perturbaciones del mercado», pero también favorece “un período de mayor competencia entre los proveedores».
Precios
Al respecto, Birol comentó que esta situación “implica una presión a la baja sobre los precios, lo que brindaría cierto alivio a los consumidores que se han visto muy afectados por las subidas de precios. El respiro ante las presiones de los precios de los combustibles puede brindar a los responsables de las políticas espacio para centrarse en intensificar las inversiones en transiciones hacia energías limpias y eliminar los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles. Esto significa que las políticas gubernamentales y las decisiones de los consumidores tendrán enormes consecuencias para el futuro del sector energético y para abordar el cambio climático”.
El informe señala un cambio significativo en la demanda energética global, dado que «para fines de la década, la economía mundial puede seguir creciendo sin usar cantidades adicionales de petróleo, gas natural o carbón». Este desacoplamiento entre crecimiento económico y consumo de combustibles fósiles marca un hito sustancial en la transición energética.
La demanda de electricidad emerge como el nuevo motor del crecimiento energético, «sumando el equivalente a la demanda japonesa al uso mundial de electricidad cada año». Este aumento está impulsado por diversos factores, incluyendo «el consumo industrial ligero, la movilidad eléctrica, además de la refrigeración y los centros de datos para la inteligencia artificial (IA)».
Una transición compleja
A pesar de los avances, la AIE advierte que «mantener y acelerar el impulso de su implementación en un mundo de precios más bajos de los combustibles es una propuesta diferente». Los bajos precios de los combustibles fósiles podrían desacelerar la adopción de tecnologías limpias en algunas regiones.
Además, «mejorar la resiliencia y la diversidad de las cadenas de suministro de tecnologías de energía limpia y minerales críticos sigue siendo una tarea esencial». La concentración actual de estas cadenas de suministro, principalmente en China, es un factor identificado como un riesgo para la seguridad energética global, según la AIE.
El informe advierte también que «la proporción de inversión en energía limpia en las economías de mercados emergentes y en desarrollo fuera de China sigue estancada en el 15% del total, a pesar de que estas economías representan dos tercios de la población mundial y un tercio del PIB mundial». Esto evidencia las asimetrías que deben abordarse con urgencia.
Sudamérica
Aunque el informe no se centra específicamente en Sudamérica, se pueden extraer conclusiones relevantes para la región. Brasil emerge como un actor clave en el suministro adicional de petróleo a corto plazo, lo que podría proporcionar una importante fuente de ingresos para financiar su propia transición energética.
Sin embargo, como parte de las economías emergentes y en desarrollo, la región enfrenta desafíos significativos en la atracción de inversiones en energía limpia. «Los altos costos de financiamiento y los riesgos de los proyectos están limitando la difusión de tecnologías de energía limpia competitivas en cuanto a costos allí donde más se necesitan», señala el informe.
Sudamérica también podría beneficiarse de la creciente demanda global de minerales críticos para tecnologías limpias, dadas sus abundantes reservas de litio y cobre. No obstante, será imperativo desarrollar estas industrias de manera sostenible y equitativa.
El informe subraya las desigualdades en el acceso a la energía, un problema que persiste en partes de Sudamérica: «La falta de acceso a la energía moderna es la inequidad más fundamental del sistema energético actual».
El porvenir de la transición
La AIE advierte que «a pesar de que las transiciones están cobrando impulso, el mundo todavía está muy lejos de una trayectoria alineada con sus objetivos climáticos».
Para Sudamérica y el mundo, el camino hacia adelante requerirá un delicado equilibrio entre seguridad energética, sostenibilidad ambiental y desarrollo económico. Como indica el informe, «todas las partes deben reconocer que el uso de combustibles fósiles tiene consecuencias». La transición energética no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad económica que, si se maneja adecuadamente, puede conducir a un futuro más próspero y sostenible para todos, sostiene la AIE.
Fuente: La Razón