¿Puede la contaminación del aire causar Alzheimer?
Diversos estudios han asociado la contaminación del aire con el aumento del riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. En particular, la exposición a partículas finas (PM2.5), presentes en el aire contaminado, ha sido vinculada con cambios negativos en la salud cerebral.
Sin embargo, el impacto específico de estas toxinas en el cerebro sigue siendo desconocido. Ahora, investigadores de la Universidad de Emory (EE.UU.) lideran un estudio pionero sobre la relación entre ambos factores.
Esta investigación tiene como objetivo descubrir por qué ciertos tipos de contaminación del aire, en particular las PM2.5, aumentan el riesgo de dichas patologías. Se trata de partículas de menos de 2,5 micrones de diámetro (aproximadamente una centésima parte del grosor de un cabello humano) suspendidas en el aire y que pueden penetrar profundamente en los tejidos vivos, incluso atravesando la barrera hematoencefálica. Las concentraciones de PM2,5 relacionadas con el tráfico son una fuente importante de contaminación ambiental en los centros urbanos de todo el planeta.
Los investigadores recibieron dos subvenciones independientes, por un total de US$ 15 millones de dólares de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) para dirigir el estudio, el primero de su tipo.
Comprender los mecanismos.
El equipo de Emory, en colaboración con investigadores de la Universidad de California en Davis, la Universidad de Columbia Británica y el Instituto de Tecnología de Georgia, busca entender los mecanismos precisos por los cuales la contaminación del aire contribuye al riesgo de demencia.
Por primera vez, el estudio medirá los componentes de PM2.5 en la sangre y el líquido cefalorraquídeo de los participantes, tanto individuos cognitivamente sanos como aquellos con un diagnóstico de demencia. Además, se analizarán los niveles de PM2.5 en muestras de tejido cerebral.
Anke Huels, investigadora principal, destacó la importancia de los biomarcadores tempranos en la función cognitiva, que pueden aparecer más de una década antes del inicio del Alzheimer. Al examinar la respuesta biológica a la contaminación del aire, la investigación pretende identificar los factores que contribuyen al riesgo de patología y las posibles estrategias de intervención.
“Los cambios en los biomarcadores tempranos de la función cognitiva se pueden ver más de una década antes de que alguien desarrolle la enfermedad de Alzheimer”, dijo Huels, profesora asistente de epidemiología
“Al medir la respuesta biológica a la contaminación del aire, tenemos una oportunidad realmente única de descubrir qué está causando los efectos de las PM2,5 en el riesgo de enfermedad de Alzheimer. Esto podría darnos una mejor comprensión de por qué algunas personas desarrollan la enfermedad de Alzheimer y otras no, pero también identificar posibles estrategias de intervención y prevención para marcar la diferencia a nivel político”.
Modelos avanzados.
El estudio también implica el desarrollo de modelos avanzados de contaminación del aire para medir los componentes de PM2.5 y asignar estimaciones a los participantes según sus direcciones. Se llevarán a cabo análisis exhaustivos, incluyendo metabolómica, proteómica, epigenómica y genómica, para comprender mejor los efectos biológicos de la contaminación del aire.
Donghai Liang, profesor asociado de salud ambiental y coinvestigador principal, enfatiza el uso de métodos de vanguardia para identificar los componentes dañinos de PM2.5.
“Estamos utilizando métodos de vanguardia para desentrañar los miles de químicos ambientales que existen en las PM2.5 y evaluar sus efectos individuales y conjuntos en nuestra salud cerebral”, señaló.
“Y en el futuro, otros científicos comprenderán mucho mejor los componentes tóxicos de las PM2,5 que son responsables de un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer”.
Los autores esperan que esta investigación proporcione valiosos conocimientos sobre los factores ambientales que influyen en la enfermedad de Alzheimer y allane el camino para futuros avances científicos en el campo.
Fuente: El País-Uruguay