Demasiado ruido para ignorarlo: ¿Cómo afecta la contaminación acústica a los ciudadanos de la UE y a sus hijos?
Más de uno de cada cinco europeos está expuesto a largo plazo a ruidos nocivos procedentes del transporte por carretera, ferroviario y aéreo. Vivir en una zona afectada por el ruido del transporte se asocia a un mayor riesgo de desarrollar una amplia gama de problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares, metabólicas y mentales. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la exposición al ruido del transporte en las primeras etapas de la vida influye en la capacidad de lectura y el comportamiento de los niños.
Aproximadamente 14 millones de niños de entre 6 y 17 años en Europa (incluidos Islandia, Noruega y Suiza) están expuestos a niveles medios de ruido del transporte iguales o superiores a 55 dB. En Europa, casi 550.000 casos anuales de deterioro de la capacidad lectora se atribuyen al ruido ambiental del transporte.
Más del 80% de estos casos se deben al ruido del tráfico rodado, seguido del 15% del tráfico ferroviario y aproximadamente el 1% del transporte aéreo. Casi 60.000 casos anuales de dificultades de comportamiento también se deben al ruido ambiental del transporte en Europa, donde alrededor del 86% de los casos se deben al ruido del tráfico rodado.
La AEMA ha introducido medidas para crear zonas tranquilas alrededor de las escuelas, utilizar tecnologías de reducción del ruido en las infraestructuras de transporte e instalar aislamiento y tratamiento acústico en escuelas y viviendas.
El ruido en la UE se ha pasado por alto
Las directrices de la Organización Mundial de la Salud sobre el ruido en la comunidad recomiendan que los niveles de ruido en los patios de recreo de los colegios no superen los 55 dB, mientras que los niveles de ruido en el interior de las aulas no superen los 35 dB. A escala europea se aplican pocas medidas políticas para limitar la exposición de los niños al ruido del transporte.
La Comisión Europea se ha fijado el objetivo indicativo de reducir en un 30% el número de ciudadanos de la UE que sufren molestias crónicas por el ruido del transporte antes de que finalice la década. Sin embargo, sus estimaciones sugieren que es más probable una reducción de sólo el 19%. «A diferencia de lo que ocurre con la calidad del aire, no hay objetivos de reducción del ruido a escala de la UE», afirma Klaus-Heiner Lehne, miembro y expresidente de la CEPA, quien añade que esto «desanima a los Estados miembros a dar prioridad a las acciones para reducir la contaminación acústica».