La reconstrucción de Gaza tendrá un colosal impacto ambiental
Los conflictos armados sumergen a las naciones en un sufrimiento humano tan profundo como irreparable. Se invierte y se gasta en la muerte y en la destrucción; después en la pausada recuperación. En los enfrentamientos que llevan décadas en la historia del Medio Oriente, el impacto ambiental ha sido común en Gaza y Cisjordania, Líbano, Israel y Yemen. La diferencia está en la intensidad de los ataques y el tiempo.
El alto el fuego acordado entre Israel y Hamás supone acuerdos, ayuda humanitaria y la restitución de un orden devastado. Una de las tantas preguntas que se hacen las autoridades, Naciones Unidas y organismos especializados es cómo reconstruir Gaza ante los graves y potencialmente irreversibles daños al medio ambiente. Su economía depende de las pequeñas industrias y, especialmente de la agricultura.
Tras un año de guerra, el PIB de ese territorio palestino se desplomó 84,7 %, mientras los cultivos han sido arrasados, el agua y los suelos contaminados.
Imágenes satelitales tomadas desde que comenzó el alto el fuego el 19 de enero muestran que se ha perdido el 80% de los árboles de Gaza. Además, los humedales vitales, las dunas de arena, las aguas costeras y el único río importante, el Wadi Gaza, han sufrido mucho. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) advierte en un documento que la tala de arbustos y cultivos ha dañado los suelos que fueron fértiles, biodiversos y bien regados. Ahora se enfrenta a una desertificación a largo plazo.
Impacto ambiental en Gaza: sin cultivos ni árboles
Antes del conflicto entre Israel y Palestina, los cultivos cubrían más de un tercio de Gaza, pero en septiembre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura calculó que dos tercios de las tierras agrícolas habían resultado gravemente dañadas.
Los análisis de imágenes satelitales realizados por Forensic Architecture, descubrieron que más de 2.000 granjas, invernaderos y otros sitios agrícolas habían sido destruidos, «a menudo para ser reemplazados por terraplenes militares israelíes». Forensic Architecture es un grupo interdisciplinario de investigadores del Goldsmiths’ College, parte de la Universidad de Londres, dedicado a exponer la «violencia estatal y corporativa».
Las Fuerzas de Defensa de Israel afirmaron que “no dañan intencionalmente las tierras agrícolas y buscan mitigar el impacto ambiental”. Contrariamente, aseguraron que “Hamás a menudo opera desde huertos, campos y tierras agrícolas”. Sin embargo, existe una creciente preocupación de que el daño, en particular el causado por la eliminación de árboles, pueda resultar permanente.
He Yin, geógrafo que dirige el laboratorio de teledetección y ciencias de la tierra de la Universidad Estatal de Kent, compartió con Yale Environment 360 su última evaluación de imágenes satelitales. Previo a la guerra, dice, los árboles cubrían aproximadamente un tercio de la superficie cultivada. A finales de septiembre, el 67% de ellos habían sido dañados. Pero el 21 de enero, dos días después de que entrara en vigor el alto el fuego, esa cifra había aumentado al 80%. Con pérdidas superiores al 90% en el norte de Gaza. “Pero yo diría que ahora prácticamente han desaparecido todos”.
Saeed Bagheri, profesor de derecho internacional en la Universidad de Reading en el Reino Unido, afirma que “la naturaleza ha sido la víctima silenciosa de esta guerra”.
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Escombros, vertidos, contaminación
El territorio palestino de Gaza se extiende a lo largo de 38 kilómetros en la costa oriental del Mediterráneo. Aunque es pequeño, es un punto de encuentro de biodiversidad en el que confluyen fauna de Europa, Oriente Medio y África. El impacto ambiental de Gaza repercute en la región.
La restauración del sistema agrícola de Gaza no se limita a limpiar los escombros y a reconstruir los invernaderos. Es necesario limpiar los suelos de contaminantes y reconstruir la infraestructura de alcantarillado y riego.
Tales esfuerzos pueden tardar una generación o más en completarse. Después de todo, los olivos y los árboles de cítricos pueden tardar cinco o más años en volverse productivos, y quince años en alcanzar la madurez completa. Después de los ataques anteriores a Gaza, la mayoría de los árboles fueron replantados, y tal vez vuelva a suceder lo mismo esta vez.
El Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente elaboró un informe sobre la situación de ese territorio. CEOBS, en inglés, también analiza la degradación ambiental de Ucrania, Siria y otros países en conflicto.
Señala que los combates que se han librado en Gaza han tenido un impacto ambiental extremo, destruyendo medios de vida, recursos naturales y ecosistemas. “El uso intensivo de armas explosivas ha generado más de 42 millones de toneladas de escombros y ha desplazado internamente a casi 2 millones de personas. Escombros que contienen restos humanos, amianto y otros materiales peligrosos, y municiones sin explotar”, precisa.
Mientras tanto, el colapso de los servicios de recolección de residuos ha dado lugar a una proliferación de vertederos improvisados, según un recuento del PNUD en octubre llegan a 141. La quema de residuos al aire libre envía regularmente humo negro y contaminantes peligrosos a través de áreas densamente pobladas.
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Emisiones de gases
Los sistemas de agua, saneamiento e higiene de Gaza están colapsados. Las imágenes satelitales indican que más de la mitad de los pozos de agua, estaciones de bombeo, tanques de almacenamiento y plantas de desalinización de Gaza han sido dañados o destruidos. Actualmente no hay plantas de desalinización en funcionamiento, refiere CEOBS.
Esta destrucción ha provocado el vertido de aguas residuales sin tratar al Mediterráneo y está contribuyendo a una crisis de enfermedades transmitidas por el agua, en particular entre los niños.
La reparación del impacto ambiental de Gaza llevará años y tiene consecuencias largas. El procesamiento de los escombros de construcción por sí solo llevará décadas, y un estudio sugiere que se emitirán hasta 80.000 toneladas de CO2 al procesar solo una parte de estos escombros.
También se ha estimado que la actividad militar relacionada al inicio del conflicto en Gaza solo generó más de 600.000 toneladas de emisiones de CO2 por bombardeos y vuelos de carga, uso de combustible y arma. Esta es casi con certeza una subestimación, recoge el Observatorio.
Actualmente, la mayor parte de la información sobre el estado del medio ambiente natural de Gaza proviene de imágenes aéreas o por satélites. Las observaciones detalladas sobre el terreno son escasas. La situación no ha sido segura y, aun con un alto el fuego, las ONG tienen otras prioridades. Y la vida académica se ha visto destrozada por la guerra. Gran parte de la Universidad Islámica de Gaza, incluido el departamento de biología de Abd Rabou, quedó destruida.
Todos los países afectados
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El Observatorio de Conflictos y Medio Ambiente repasa el impacto ambiental de Gaza, Líbano, Israel, Yemen. Todos pierden, dice.
Y sostiene que la actual crisis política y económica del Líbano se ha basado en años de inestabilidad que han socavado la gobernanza ambiental. El país ya enfrentaba graves problemas en relación con la calidad del agua y el aire, la productividad agrícola. Así como la gestión de los recursos y los desechos, muchos de los cuales se han visto exacerbados por su complicado sistema político. También por las recurrentes crisis regionales.
Concluye el organismo que todos los conflictos conducen a pérdidas, disminuciones y destrucción, incluso para los promotores de los enfrentamientos. La asombrosa destrucción en Gaza se produce en un momento de sensibilización social a las dimensiones ambientales de los conflictos armados. Lo que alienta un pensamiento largamente esperado en los movimientos por el clima y la paz, incluso cuando una década de acción climática urgente se convierte en una década de conflicto.
Con las conversaciones internacionales sobre biodiversidad, la crisis climática y la desertificación en los próximos meses, es imperativo que los Estados y otras partes interesadas rechacen la tentación de evitar discutir sus conexiones con la paz y la seguridad, dice el Observatorio. Si se produce una desescalada, será necesaria una atención a largo plazo para abordar las consecuencias ambientales del último período de conflicto de la región, así como de los que lo precedieron.